sábado, 19 de julio de 2014

Todos mienten

Trasega el Opa una preocupación insidiosa. Mira las noticias, saca cuentas, vuelve a mirar y sigue pensando. Le cuesta entender que cosas tan incompatibles ocurran en la Comarca. Sabe el Opa que las opiniones son libres y cada uno es dueño de interpretar lo que se le ocurra, pero no abandona la intuición básica de que las cosas son de una manera o de otra. Que hay un sustrato de los hechos que no pueden obviarse con ligereza. Y vuelve a leer los diarios.
En ellos ve que coinciden las fotos: está la presidenta Fernández de Neón con el presidente ruso. Los diarios neonistas insisten en la importancia estratégica de expandir nuestra influencia hacia un grupo de países que se sustrae a Europa y Estados Unidos para conformar un polo alternativo de poder. No está mal, piensa el Opa. Recuerda las relaciones carnales con el gran país del norte y le duelen las asentaderas. Recuerda los capitales españoles, franceses, italianos que se quedaron con las empresas públicas de la Comarca, y le duele el vaciamiento.
Ahora bien, ninguno de esos países es un ejemplo de democracia y “derecho sumanos”, que tanto les gusta referir a los neonistas. China es una dictadura de comunismo de mercado, una inmensa cárcel de trabajos forzados que fabrica productos baratos para copar mercados extranjeros, y el principal comprador de nuestro “yuyo que crece al lado de la ruta”. Rusia tiene el récord mundial de periodistas asesinados, gays asesinados, opositores asesinados, verdades asesinadas. Es un país imperialista que ha invadido una y otra vez a todos sus vecinos. La unión soviética no fue más que una excusa ideologizada para hacer lo que siempre hizo, antes y después del comunismo: convertir a toda la región en un campo de concentración. El Opa entiende por qué ese régimen de indoctrinación masiva y negocios oscuros es venerado por algunos neonistas. Ya volveremos a hablar de las verdades.
India no ha logrado reducir sus inequidades, pero tiene bomba atómica, un mercado gigantesco y toneladas de dinero sucio conviviendo con la miseria más espantosa. Sólo Brasil queda al margen del cuestionamiento del Opa, porque pudo sumar inclusión y desarrollo social a una democracia estable. Además, no olvida que Dilma, su presidenta, no tuvo empacho en mandar a la cárcel a varios ministros corruptos, incluyendo la mano derecha del venerado Lula da Silva.
Ese es el selecto club al que la presidenta nos lleva.
Decía el Opa que no está mal abrirse a otros actores, sobre todo si hay alguna posibilidad de articular estrategias de crecimiento. Pero le llama la atención que algunos medios consideren que ingresamos al zenith de la historia que acabará con el imperialismo cipayo, y otros crean que vamos en dirección a una versión local de esos populismos autoritarios y sangrientos. Algo tiene que haber en el medio.
Cree el Opa que en el medio no hay nada. Que hay que sumar las narrativas. Que es cierto que los de Clarín son golpistas, pero también es cierto que la presidenta Fernández de Neón pretende un discurso único. Es cierto que los del campo son maestros de la evasión y el golpe, pero también que Cristina les quiso manotear la renta agraria con fines inconfesables. En estos términos en la Comarca no hay malos y buenos: hay malos y peores.
Por ejemplo: el vicepresidente. A medida que se encuentran pruebas y conexiones con nuevos negocios oscuros, recrudecen los ataques al juez que lo investiga. Así, lo han emparentado a un dirigente neonazi, porque concedió personería jurídica a su partido político. Eso implica acusarlo directamente de nazi también. Y entonces, denunciar que las investigaciones contra Bubú son parte de una conspiración nazi-clarinesca, que como todos sabemos, miente.
Ahora otro juez lo está investigando por comprar un auto con papeles truchos. Dicen los neonistas: “bueno, ¿quién no compró un auto flojo de papeles?” Tema menor. Luego se supo que una empresa que aparentemente le pertenece embolsó siete millones de rupias por un trámite que debería haber hecho gratis el ministerio de Economía cuando Bubú era el Ministro. Crujen los dientes de la máquna del relato, porque todavía no saben cómo explicarlo. Pero será culpa del juez.

Volviendo a la verdad, lo cierto es que hay una necesidad atroz de modelarla de acuerdo al interés, a la creencia, al relato. A dibujar los hechos mismos, y si no se puede, a permitirse el delirio y la estupidez para interpretarlos. Es esto lo que al Opa lo indigna. Que lo tomen por estúpido, ya que Opa es desde antes. Que crean que es posible decir que alguien tome en serio algunas de las cosas que dicen. Pero, ya se sabe, es pródiga la Comarca en crédulos y paparulos. Están por todos lados.

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