Han pasado las elecciones Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, que en la Comarca se apodan PASO. El Opa
se encuentra en lejanas playas del ánimus, por lo tanto no ha podido cumplir
con su deber cívico: el gobierno de la Comarca se encargó de impedir que voten
en las PASO quienes han logrado cruzar las fronteras. Es natural, cualquiera que
viva en casi cualquier región de la galaxia habrá experimentado en su vida, sus
proyectos y su bolsillo las delicias de un gobierno relativamente normal; por
lo tanto, nadie que viva afuera vería virtud alguna en el rejunte de psicóticos
que desgobierna la Comarca.
En los meses previos se sugirió un escenario
de tres tercios, con las tres principales fuerzas recibiendo cantidades
relativamente equivalentes de votos. Este análisis, que no era irrazonable, se
desmoronó a medida que pasaban las elecciones provinciales en las que el
peornismo y Juntos por el Cambio se disputaban cada jurisdicción, ante la
calamitosa performance electoral de los candidatos locales del profeta del
odio. Milei, que de él hablamos, no se molestó en crear algo así como un
partido nacional. En cambio, fue dejando que una policromática caterva de
energúmenos de disputara su nombre para ir a juntar votos en sus respectivas peceras.
El resultado rara vez superaba el 3%, y por eso los analistas serios creían
terminado el experimento Milei. Obtusos, chantas y con profunda miopía para
mirar más allá de la capital de la Comarca, se lanzaron a conclusiones tan
apresuradas como idiotas. Y finalmente muy equivocadas.
Porque Milei ganó las PASO con un 30,04%.
Pero el Opa observa que los otros candidatos han terminado muy cerca: Patricia
Bullrich ganó su interna y en conjunto su coalición obtuvo un 28,27%, en tanto
que el Ministro de Economía de la hiperinflación y la superpobreza logró un 27,27%.
Tres puntos entre el ganador y el tercero. Tres puntos. Menos, estrictamente,
2,77%. El Opa se pregunta cómo se proyecta eso hacia las elecciones generales
de octubre, las que valen.
Milei puede ganar votos porque muchos
votan a ganador. Por exigua que sea su diferencia, lo cierto es que ha ganado
las elecciones, y eso lo inyecta dentro del mainstream político. El impulso
anímico que ello dará a sus seguidores y votantes será enorme, porque saben que
pueden ganar, que pueden volver a ganar, que tienen la victoria electoral al
alcance de sus garras, y que ni la compraventa de candidaturas, ni el coqueteo
incestuoso del candidato con su hermana, ni su conexión telepática con sus
perros occisos han hecho mella en las ganas de votarlo.
Milei puede perder votos entre quienes
solamente quisieron “asustar” a “la casta” y castigar al gobierno, pero que no
querrían un orate semejante al mando de la Comarca. Sospecha el Opa, sin
embargo, que son menos los votos que se le escaparán que los que pueda sumar
por el efecto de euforia electoral.
Patricia Bullrich logrará retener los
votos de Horacio Rodríguez Larreta, el ciborg al que un focus group alentó a
mostrarse humano, desperfilándolo en una serie de errores lamentables. Puede
ubicarse como la candidata de la austeridad y aprovechar los equipos de
gobierno de su coalición, prestigiosos y articulados. No encuentra el Opa
razones para que pierda votos; por el contrario, además de los de su adversario
interno, puede sumar el voto de quienes no han ido a votar, desmotivados por la
virulencia de la interna de esta coalición. Y no es ilusorio pensar que puede
sumar algún que otro voto castigo que fue a Milei pero prefiere una opción más
racional de la misma política pro-mercado, y algún que otro voto “progre” que
ya no tiene ninguna razón seria para apoyar al gobierno, y preferirá usar su voto
estratégicamente para bloquear el bolsonarismo vernáculo.
El Ministro de Economía tiene todavía
los resortes del Estado, y no va a dejar de extorsionar y comprar todo lo que
pueda. Pero esa herramienta electoral llamada Estado Nacional funciona cada vez
menos porque los números no mienten. Lo apoyan las superestructuras y las
corporaciones más o menos fascistas que han manejado históricamente la Comarca,
pero los votos se le fueron por la colectora (a nadie escapa que ha financiado
a Milei, a quien veía como una aspiradora de los votos de Juntos por el Cambio).
Hasta su esposa, que confesó públicamente haber desviado fondos de la agencia
estatal que conduce para fortalecer su precandidatura a intendente, ha perdido
la primaria contra otro candidato del mismo espacio político. Es posible que
algo sume de los votos a los que el desaliento ha mantenido en su casa en la
jornada electoral, pero a quienes aterra un gobierno de ultraderecha o de
centroderecha, y que no quieren ver las diferencias entre ambos. No es seguro
que mantendrá los votos de su rival interno en la primaria, un patasucia de
familia burguesa que se considera amigo del Papa. De ese 5% que obtuvo Juan
Grabois, una parte no menor votará a Massa con subordinación y valor, porque el
progresismo de la Comarca se ha convertido en una doctrina de verticalismo y
sumisión. Pero algunos más no votarán, o lo harán por opciones de izquierda más
o menos paleolítica.
Favorece a Bullrich otro candidato, Juan
Schiaretti, Emperador de la Tierra del Medio, Santo Patrono del Cordobesismo,
Primero de su Nombre. Ha obtenido un 5%, la mayoría de esos votos en la
provincia que gobierna con control remoto. Un porcentaje que se iría con Bullrich,
ya que es un voto antikirchnerista identificado con la gestión pública. No
apostarán a perdedor, dejarán que Massa siga hundiéndose solo, pero
difícilmente den un salto al vacío del Bolsonaro porteño. Cuentan con el
antecedente de la malograda alianza que intentó Rodríguez Larreta a destiempo,
y que costara posiblemente la Provincia de la Tierra Media.
Nada está dicho, el escenario está
abierto y puede pasar cualquier cosa. Cree el Opa que no es demasiado tarde
para preservar la democracia en la Comarca, pero recomienda no creerle a
periodistas ni sabihondos. Quien mejor conecte con el ciudadano de a pie podrá
sobreponerse a aparatos, operaciones y mentiras.