lunes, 14 de agosto de 2023

TRES PUNTOS

 

Han pasado las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, que en la Comarca se apodan PASO. El Opa se encuentra en lejanas playas del ánimus, por lo tanto no ha podido cumplir con su deber cívico: el gobierno de la Comarca se encargó de impedir que voten en las PASO quienes han logrado cruzar las fronteras. Es natural, cualquiera que viva en casi cualquier región de la galaxia habrá experimentado en su vida, sus proyectos y su bolsillo las delicias de un gobierno relativamente normal; por lo tanto, nadie que viva afuera vería virtud alguna en el rejunte de psicóticos que desgobierna la Comarca.

En los meses previos se sugirió un escenario de tres tercios, con las tres principales fuerzas recibiendo cantidades relativamente equivalentes de votos. Este análisis, que no era irrazonable, se desmoronó a medida que pasaban las elecciones provinciales en las que el peornismo y Juntos por el Cambio se disputaban cada jurisdicción, ante la calamitosa performance electoral de los candidatos locales del profeta del odio. Milei, que de él hablamos, no se molestó en crear algo así como un partido nacional. En cambio, fue dejando que una policromática caterva de energúmenos de disputara su nombre para ir a juntar votos en sus respectivas peceras. El resultado rara vez superaba el 3%, y por eso los analistas serios creían terminado el experimento Milei. Obtusos, chantas y con profunda miopía para mirar más allá de la capital de la Comarca, se lanzaron a conclusiones tan apresuradas como idiotas. Y finalmente muy equivocadas.

Porque Milei ganó las PASO con un 30,04%. Pero el Opa observa que los otros candidatos han terminado muy cerca: Patricia Bullrich ganó su interna y en conjunto su coalición obtuvo un 28,27%, en tanto que el Ministro de Economía de la hiperinflación y la superpobreza logró un 27,27%. Tres puntos entre el ganador y el tercero. Tres puntos. Menos, estrictamente, 2,77%. El Opa se pregunta cómo se proyecta eso hacia las elecciones generales de octubre, las que valen.

Milei puede ganar votos porque muchos votan a ganador. Por exigua que sea su diferencia, lo cierto es que ha ganado las elecciones, y eso lo inyecta dentro del mainstream político. El impulso anímico que ello dará a sus seguidores y votantes será enorme, porque saben que pueden ganar, que pueden volver a ganar, que tienen la victoria electoral al alcance de sus garras, y que ni la compraventa de candidaturas, ni el coqueteo incestuoso del candidato con su hermana, ni su conexión telepática con sus perros occisos han hecho mella en las ganas de votarlo.

Milei puede perder votos entre quienes solamente quisieron “asustar” a “la casta” y castigar al gobierno, pero que no querrían un orate semejante al mando de la Comarca. Sospecha el Opa, sin embargo, que son menos los votos que se le escaparán que los que pueda sumar por el efecto de euforia electoral.

Patricia Bullrich logrará retener los votos de Horacio Rodríguez Larreta, el ciborg al que un focus group alentó a mostrarse humano, desperfilándolo en una serie de errores lamentables. Puede ubicarse como la candidata de la austeridad y aprovechar los equipos de gobierno de su coalición, prestigiosos y articulados. No encuentra el Opa razones para que pierda votos; por el contrario, además de los de su adversario interno, puede sumar el voto de quienes no han ido a votar, desmotivados por la virulencia de la interna de esta coalición. Y no es ilusorio pensar que puede sumar algún que otro voto castigo que fue a Milei pero prefiere una opción más racional de la misma política pro-mercado, y algún que otro voto “progre” que ya no tiene ninguna razón seria para apoyar al gobierno, y preferirá usar su voto estratégicamente para bloquear el bolsonarismo vernáculo.

El Ministro de Economía tiene todavía los resortes del Estado, y no va a dejar de extorsionar y comprar todo lo que pueda. Pero esa herramienta electoral llamada Estado Nacional funciona cada vez menos porque los números no mienten. Lo apoyan las superestructuras y las corporaciones más o menos fascistas que han manejado históricamente la Comarca, pero los votos se le fueron por la colectora (a nadie escapa que ha financiado a Milei, a quien veía como una aspiradora de los votos de Juntos por el Cambio). Hasta su esposa, que confesó públicamente haber desviado fondos de la agencia estatal que conduce para fortalecer su precandidatura a intendente, ha perdido la primaria contra otro candidato del mismo espacio político. Es posible que algo sume de los votos a los que el desaliento ha mantenido en su casa en la jornada electoral, pero a quienes aterra un gobierno de ultraderecha o de centroderecha, y que no quieren ver las diferencias entre ambos. No es seguro que mantendrá los votos de su rival interno en la primaria, un patasucia de familia burguesa que se considera amigo del Papa. De ese 5% que obtuvo Juan Grabois, una parte no menor votará a Massa con subordinación y valor, porque el progresismo de la Comarca se ha convertido en una doctrina de verticalismo y sumisión. Pero algunos más no votarán, o lo harán por opciones de izquierda más o menos paleolítica.

Favorece a Bullrich otro candidato, Juan Schiaretti, Emperador de la Tierra del Medio, Santo Patrono del Cordobesismo, Primero de su Nombre. Ha obtenido un 5%, la mayoría de esos votos en la provincia que gobierna con control remoto. Un porcentaje que se iría con Bullrich, ya que es un voto antikirchnerista identificado con la gestión pública. No apostarán a perdedor, dejarán que Massa siga hundiéndose solo, pero difícilmente den un salto al vacío del Bolsonaro porteño. Cuentan con el antecedente de la malograda alianza que intentó Rodríguez Larreta a destiempo, y que costara posiblemente la Provincia de la Tierra Media.

Nada está dicho, el escenario está abierto y puede pasar cualquier cosa. Cree el Opa que no es demasiado tarde para preservar la democracia en la Comarca, pero recomienda no creerle a periodistas ni sabihondos. Quien mejor conecte con el ciudadano de a pie podrá sobreponerse a aparatos, operaciones y mentiras.