jueves, 26 de octubre de 2023

Psicópatas abstenerse

 Hubo elecciones, tristes elecciones en la Comarca. El Opa no pudo votar desde su lejano terruño adoptivo, a pesar de haberse empadronado a tiempo y corroborar hace meses que ya se encontraba en el padrón correspondiente a su embajada. Pero el día de las elecciones volvió a aparecer en el padrón de su ciudad natal, en una escuela en la que jamás había votado. Misterios de la ingeniería electoral de la Comarca, aunque nada original a juzgar por los miles de compatriotas en el exterior que tuvieron idéntico problema para ejercer el sagrado derecho del voto.

Pero eso no fue lo más triste. Lo más triste fueron los resultados. Ganó un Don Corleone del conurbano, y segundo salió un mediocre Bolsonaro ensamblado en La Salada. La corrupción y la violencia. La mafia y el golpismo. Fue una enorme, inconmensurable derrota de la democracia republicana y liberal, porque inevitablemente el próximo presidente será un tullido moral que sólo aportará pobreza, violencia y crimen a la Comarca.

Las calamidades no vienen solas, desde el mismo momento en que comenzaron a publicarse los resultados, los psicópatas de la primera y segunda minoría comenzaron a presionar a los votantes de las otras fuerzas para que los voten en segunda vuelta. Cayeron en esa operación funesta los integrantes de la fórmula presidencial que salió tercera, a la que el Opa hubiera votado si hubiera podido. Preanunciando un acuerdo que quizás ya habían cerrado antes, resbalaron hacia un apoyo inconsulto e inmediato al candidato del fascismo criollo, a los terraplanistas y apologistas del terrorismo de estado. Acaso fueron presionados (¿carpeteados?) por Macri, que desde hace tiempo venía sosteniendo al fascista a costa de su propia candidata, a la que sostuvo a su vez para poder destrozar a su heredero natural. Un calabrés con “daddy issues”, necesitado de violentar a su propia descendencia -política- para vengar simbólicamente el desprecio con que lo trataba su padre. El Opa no lo quiso ver, aunque estaba a la vista del mundo entero.

Pero no todo está perdido: con una dosis imprevista de cordura y coraje, los dirigentes del partido al que el Opa se afilió al llegar a la mayoría de edad emitieron un comunicado declarándose prescindentes. Sostienen que ambos candidatos son un peligro para la democracia, y que no es responsabilidad del partido elegir cuál de los dos males van a propinarle a la Comarca. La misma posición tomó el más pequeño de los partidos de la coalición. El partido de Macri, que parió a los dos precandidatos de la coalición, y de la que salió la candidata a presidente, ya está dividido. Florecen como cactus los dirigentes que se declaran también prescindentes, y que no están dispuestos a ser entregados como un paquete en la cueva de los fascistas. En todos los casos, se procura preservar la coalición, que en sí misma ha sido un artefacto político exitoso y resiliente, aun en las derrotas. Es opinión del Opa que logrará mantenerse unido a pesar de todo. Así lo quieren los 10 gobernadores, y la mayoría de los legisladores, y así lo necesita la estabilidad democrática.

Lo interesante es el nivel de psicopatía que manejan en las redes los seguidores del terraplanista. Toda su campaña fue un festival de insultos, de desprecio y de calumnia; necesitados ahora de esos votos que han repudiado, recurren a la violencia y la amenaza para persuadir a esa minoría del tercer lugar de que tienen que votar a su candidato. En nombre de una patria cuyos confines desconocen. En nombre de una libertad que sólo quieren para sí mismos y no para todos. En nombre de valores que palmariamente desprecian. Caterva de resentidos, exigen que uno se humille ante ellos para que tengan la oportunidad de seguir humillándonos.

Es que algo han destrabado, algo se ha abierto que tomaron los micrófonos las hordas de violentos que se mantenían en silencio, sabedores talvez de su propia inepcia. Se ha abierto la caja de Pandora donde se guardaban los resentidos sin voz, y han copado los escenarios con la furia de los conversos y los vengativos. Es la venganza del hombre mediocre, del que por fin puede gritar porque su grito de odio es legitimado y aplaudido por sus pares. La reivindicación de quien culpa al mundo de sus malas decisiones, individuales y colectivas, y no está dispuesto al esfuerzo mínimo de aprender dónde se equivocó y dónde va a volver a equivocarse. Porque su certeza es fanatismo: apoyados en la nada misma sostienen como un artículo de fe que su líder resolverá todos los problemas con magia y grito. Si sale todo mal otra vez, será culpa de los demás. Por ejemplo, de quienes no se sumaron a su cruzada psiquiátrica.

Del otro lado, el silencio. Psicópatas también de toda la cancha, negando todos los males que han causado y que causan, gaslighters alucinados que ven Noruega donde existe Namibia, amparados en el estado de desaliento y resignación que ellos mismos han causado, profetas de la decadencia y el vaciamiento. Tienen, por fin, una sociedad paralizada de miedo, acurrucada en posición fetal en el suelo de la humillación y el hambre, apaleada por la inflación y la incertidumbre, encandilada con la ostentación de los millones malhabidos como se encandila un animal con las luces del auto que está por atropellarlo. Ya han sometido a la Patria. Ya han avasallado al pueblo. Disfrutan con gesto impoluto y disociado de las mieles electorales y la paz del cementerio.

Y en ese contexto es que el Opa mira, desde lejos, cómo su patria le queda cada vez más lejos, más enajenada. Se pregunta cómo volver. Dónde volver. A hacer qué, exactamente, aparte de la visita a los afectos. Acaso eso sea todo lo que hay por hacer en la Comarca. Emborracharse con ellos, anestesiarse sabiendo que uno tiene pasaje de regreso a algún otro lugar de la galaxia, tratando de ignorar que ellos no, que la familia y los amigos seguirán allí, en ese lugar desolado y yermo.

lunes, 14 de agosto de 2023

TRES PUNTOS

 

Han pasado las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, que en la Comarca se apodan PASO. El Opa se encuentra en lejanas playas del ánimus, por lo tanto no ha podido cumplir con su deber cívico: el gobierno de la Comarca se encargó de impedir que voten en las PASO quienes han logrado cruzar las fronteras. Es natural, cualquiera que viva en casi cualquier región de la galaxia habrá experimentado en su vida, sus proyectos y su bolsillo las delicias de un gobierno relativamente normal; por lo tanto, nadie que viva afuera vería virtud alguna en el rejunte de psicóticos que desgobierna la Comarca.

En los meses previos se sugirió un escenario de tres tercios, con las tres principales fuerzas recibiendo cantidades relativamente equivalentes de votos. Este análisis, que no era irrazonable, se desmoronó a medida que pasaban las elecciones provinciales en las que el peornismo y Juntos por el Cambio se disputaban cada jurisdicción, ante la calamitosa performance electoral de los candidatos locales del profeta del odio. Milei, que de él hablamos, no se molestó en crear algo así como un partido nacional. En cambio, fue dejando que una policromática caterva de energúmenos de disputara su nombre para ir a juntar votos en sus respectivas peceras. El resultado rara vez superaba el 3%, y por eso los analistas serios creían terminado el experimento Milei. Obtusos, chantas y con profunda miopía para mirar más allá de la capital de la Comarca, se lanzaron a conclusiones tan apresuradas como idiotas. Y finalmente muy equivocadas.

Porque Milei ganó las PASO con un 30,04%. Pero el Opa observa que los otros candidatos han terminado muy cerca: Patricia Bullrich ganó su interna y en conjunto su coalición obtuvo un 28,27%, en tanto que el Ministro de Economía de la hiperinflación y la superpobreza logró un 27,27%. Tres puntos entre el ganador y el tercero. Tres puntos. Menos, estrictamente, 2,77%. El Opa se pregunta cómo se proyecta eso hacia las elecciones generales de octubre, las que valen.

Milei puede ganar votos porque muchos votan a ganador. Por exigua que sea su diferencia, lo cierto es que ha ganado las elecciones, y eso lo inyecta dentro del mainstream político. El impulso anímico que ello dará a sus seguidores y votantes será enorme, porque saben que pueden ganar, que pueden volver a ganar, que tienen la victoria electoral al alcance de sus garras, y que ni la compraventa de candidaturas, ni el coqueteo incestuoso del candidato con su hermana, ni su conexión telepática con sus perros occisos han hecho mella en las ganas de votarlo.

Milei puede perder votos entre quienes solamente quisieron “asustar” a “la casta” y castigar al gobierno, pero que no querrían un orate semejante al mando de la Comarca. Sospecha el Opa, sin embargo, que son menos los votos que se le escaparán que los que pueda sumar por el efecto de euforia electoral.

Patricia Bullrich logrará retener los votos de Horacio Rodríguez Larreta, el ciborg al que un focus group alentó a mostrarse humano, desperfilándolo en una serie de errores lamentables. Puede ubicarse como la candidata de la austeridad y aprovechar los equipos de gobierno de su coalición, prestigiosos y articulados. No encuentra el Opa razones para que pierda votos; por el contrario, además de los de su adversario interno, puede sumar el voto de quienes no han ido a votar, desmotivados por la virulencia de la interna de esta coalición. Y no es ilusorio pensar que puede sumar algún que otro voto castigo que fue a Milei pero prefiere una opción más racional de la misma política pro-mercado, y algún que otro voto “progre” que ya no tiene ninguna razón seria para apoyar al gobierno, y preferirá usar su voto estratégicamente para bloquear el bolsonarismo vernáculo.

El Ministro de Economía tiene todavía los resortes del Estado, y no va a dejar de extorsionar y comprar todo lo que pueda. Pero esa herramienta electoral llamada Estado Nacional funciona cada vez menos porque los números no mienten. Lo apoyan las superestructuras y las corporaciones más o menos fascistas que han manejado históricamente la Comarca, pero los votos se le fueron por la colectora (a nadie escapa que ha financiado a Milei, a quien veía como una aspiradora de los votos de Juntos por el Cambio). Hasta su esposa, que confesó públicamente haber desviado fondos de la agencia estatal que conduce para fortalecer su precandidatura a intendente, ha perdido la primaria contra otro candidato del mismo espacio político. Es posible que algo sume de los votos a los que el desaliento ha mantenido en su casa en la jornada electoral, pero a quienes aterra un gobierno de ultraderecha o de centroderecha, y que no quieren ver las diferencias entre ambos. No es seguro que mantendrá los votos de su rival interno en la primaria, un patasucia de familia burguesa que se considera amigo del Papa. De ese 5% que obtuvo Juan Grabois, una parte no menor votará a Massa con subordinación y valor, porque el progresismo de la Comarca se ha convertido en una doctrina de verticalismo y sumisión. Pero algunos más no votarán, o lo harán por opciones de izquierda más o menos paleolítica.

Favorece a Bullrich otro candidato, Juan Schiaretti, Emperador de la Tierra del Medio, Santo Patrono del Cordobesismo, Primero de su Nombre. Ha obtenido un 5%, la mayoría de esos votos en la provincia que gobierna con control remoto. Un porcentaje que se iría con Bullrich, ya que es un voto antikirchnerista identificado con la gestión pública. No apostarán a perdedor, dejarán que Massa siga hundiéndose solo, pero difícilmente den un salto al vacío del Bolsonaro porteño. Cuentan con el antecedente de la malograda alianza que intentó Rodríguez Larreta a destiempo, y que costara posiblemente la Provincia de la Tierra Media.

Nada está dicho, el escenario está abierto y puede pasar cualquier cosa. Cree el Opa que no es demasiado tarde para preservar la democracia en la Comarca, pero recomienda no creerle a periodistas ni sabihondos. Quien mejor conecte con el ciudadano de a pie podrá sobreponerse a aparatos, operaciones y mentiras.

viernes, 30 de junio de 2023

UNA CATILINARIA CONTRA LOS TILINGOS

 Vuelve el Opa después de larga ausencia, sin calandrias ni vendavales. Lo acorrala la angustia ante el deprimente panorama electoral en la Comarca. Sabe que, gane quien gane, la Comarca será conducida en los próximos cuatro años por algún demagogo irresponsable, un populista de derecha o más de derecha, mentiroso, banal y feble. Los epítetos aquí reproducidos aplican a sujetos de ambos sexos, que el Opa se cansó de la idiotez políticamente correcta de distinguirlos cuando no hace falta. El Opa sabe que el próximo presidente de la Comarca, sea cual sea, le dará una profunda vergüenza y será aún más dañino que los orates que hoy gobiernan.

Hay uno que dice ser economista, y habla en difícil para persuadir a su electorado sobre su honda sapiencia y su sagacidad. Pero cuando cualquier economista competente lo cuestiona con bases técnicas, el candidato erupciona como un volcán de improperios y vituperaciones. La misma intolerancia esputa cuando algo sale de su libreto tosco y autocelebratorio: una pregunta fuera de lugar, un invitado que no estaba pautado, un comentario que lo incomoda, y se convierte en un energúmeno sin ley. Lo siguen una horda indiferenciada de seres intolerantes y violentos, un cardumen de nulidades que ostentan el desprecio hacia el otro. Es el candidato de los que están enojados con la vida y quieren a un papá fuerte y jetón que les resuelva los problemas por arte de magia.

Hay otro que tenía prolijamente pautado su ascenso al gobierno de la Comarca luego de heredar el gobierno de su ciudad capital: metódico, ordenado, trabajador. Pero también carente en absoluto de respeto hacia su propia visión del mundo. Un burócrata eficiente, no un líder capaz de convencer sobre un plan que saque a la Comarca de la decadencia profunda en que se encuentra. Adicto a los focus groups y la edición de su imagen, bastó con que se le encarajinara la campaña para lanzarse sin rumbo hacia la demagogia más tilinga y superficial. Es el candidato de quienes creen en la moderación y el diálogo, pero se encuentran cada día más huérfanos de liderazgo.

Hay otra que lo enfrenta dentro de su partido sobreactuando su perfil halconero. Adicta también a la sobreactuación y el ridículo, no pasa un solo día sin que ella o su candidato a vicepresidente (orate notorio de la tierra del sol y el buen vino) declamen verdades tan endebles como mezquinas, excitando la angustia de millones de compatriotas del Opa que quieren votar a alguien con carácter y decisión, pero también se encuentran cada día más huérfanos de liderazgo. Es la batalla del PRO, esa onenegé porteña que nunca llegó a ser un partido democrático.

Hay otro, un mentiroso profesional que pastorea una corporación de psicópatas, cínicos y oportunistas. Ministro de Economía de un gobierno del que todos cobran pero nadie asume como propio, responsable de una inflación que carcome la moneda, incapaz de mostrar un solo logro más que el empobrecimiento brutal y manso de la Comarca. Pero cuenta con los medios venales, con los empresarios corruptos que escrituraron el Estado, con los sindicatos que esclavizan a trabajadores y empleadores, con la corporación del pasado que habla por boca de psicóticos marca Página12.

¿Y la izquierda? El Opa los conoce: psicópatas del primero al último. Explotadores del dolor ajeno, mercaderes de las necesidades de los más pobres entre los pobres, eternas prostitutas del peornismo al que benefician con su virulenta danza de violencia, desprecian la democracia porque sus mieles le son sistemáticamente esquivas. Miserables profundos subidos al pony del elitismo moral epistémico.

¿Y el partido del Opa? El mismo Opa responde: el viejo radicalismo ha apostado a ganador, y ha perdido. Uno de sus candidatos, el cacique del norte, acomplejado por su imposible instalación electoral a lo largo y lo ancho de la Comarca, apostó al jefe de la Capital que heredaría el trono. Pero lo hizo en el momento en que comenzaba a desmoronarse como un castillo de naipes, y no ha logrado (¿habrá intentado?) restituirlo al plano de la sensatez. Sentado en el asiento del acompañante, mira cada curva, cada precipicio, mientras el conductor enloquecido trata de no perder una carrera que creía ganada.

El otro candidato apenas evolucionó desde la categoría de meme. Con un vago prestigio como neurocoso jamás debidamente contrastado, el Opa lo ha escuchado algunas veces con sentimientos encontrados. Dice obviedades con las que es imposible estar en desacuerdo, pero jamás, ni bajo tormento, explicitó cómo haría para gobernar la Comarca en llamas mientras los orcos juntan piedras y cascotes para enviarle sus saludos.

Tilingos todos, superficiales, veletas, marionetas que mueve a su antojo el viento de los canales de noticias, que los arrastra hasta embarrarlos en el ridículo o la mentira. No son buenos tiempos para la democracia en la Comarca. Hay dolor, hay inflación, hay muertes impunes causadas por los poderosos o los despojados, hay una ira que crece por entre los entresijos de la depresión colectiva. Hasta ahora no ha estallado nada, pero el Opa ve millones de compatriotas esperando que alguien arranque de una vez la espoleta que termine con todo. Y mientras tanto, los candidatos serios se entretienen con peleas que avergonzarían a las más urgidas vedetongas de la tele.

Cree el Opa que va a ganar el status quo, el país conservador con discurso setentoso, los empresarios entongados, los sindicalistas impunes, los millones de militontos que mordisquean el presupuesto nacional, los millonarios ahítos de hectáreas e impunidad, la patria narco del populismo. A fin de cuentas los beneficia la depresión colectiva, la ausencia de líderes adultos, de un plano generoso donde el ego empuje para adelante y no para atrás.

En algún momento el Opa mirará para atrás y ya no se preguntará, como García Márquez, en qué momento se jodió todo. Eso es irrelevante. Se preguntará si será posible alguna vez vivir en algo que no sea el pasado infame que vuelve una y otra vez a despertarlo a sopapos.