El Opa de la Comarca se
propone balbucear sobre las distintas etapas de la conformación de
ideas de la UCR. Piensa que es tiempo de que un paradigma nuevo
comience a sustituir al vigente, porque le dan patadas de hígado
cuando oye a los radicales y las radicalas cantar que quieren volver
al gobierno como en el '83. Para eso, intentará resumir esas etapas,
y después pensar cómo cree que debería ser la siguiente. Aunque
sea, ponerle alguna etiqueta, para que después se le vayan agregando
ideas.
El radicalismo parece
haber vivido su vida de más de 120 años a partir de sucesivas
oleadas de impulso político que tendían a enterrar -al menos
parcialmente- la etapa anterior. Su nacimiento como organización
política semi-clandestina enterró su primaria naturaleza de
galeritas porteños que se congregaban a cacerolear en el Club del
Progreso. La Unión Cívica de la Juventud se convirtió en Radical,
tomó las armas e inició revoluciones para implantar una democracia
medianamente moderna. Yrigoyen sepultó ese proceso aureliánico, que
fue coronado simbólicamente por el suicidio de su tío célebre,
Leandro N. Alem. (el Opa se siente tentado a pensar que el nepotismo,
como la traición, son rasgos genéticos del radicalismo, pero
prefiere evitar esa idea).
A su vez el Yrigoyenismo
como corriente política hegemónica comenzó a agonizar después del
golpe cívico-militar del ´30 que inauguraría la Década Infame. La
primera Década Infame. Ni siquiera el unionismo de Alvear pudo
reconstituirse como alternativa política luego de la muerte del
caudillo.
La irrupción de la
Intransigencia en los '40 marca un nuevo momento en la vida y en las
ideas de la UCR, que rápidamente reemplazó al Yrigoyenismo con una
dialéctica moderna y con proyección de futuro. También, como
movimiento político que hegemonizaría el partido en las décadas
siguientes. El último de sus caudillos, Ricardo Balbín, alcanzó a
vivir la declinación de este sector durante el ocaso de su propia
vida.
El alfonsinismo irrumpió
para modernizar nuevamente el discurso y las prácticas militantes
desde fines de los ´60. Se convertiría, durante la década
siguiente, en la referencia del crecimiento de una base de teoría
política importante, la primera aproximación a una socialdemocracia
moderna. Su impronta subsistió a la dictadura y llegó al gobierno
para transformar la cultura política dominante en Argentina. Durante
sus años dorados, la vieja Línea Nacional, heredera de la
Intransigencia, quedó relegada a un lugar secundario y a veces casi
invisible.
El ocaso del gobierno de
Alfonsín no impidió que su prédica y su influencia teórica
subsistieran: durante los ´90 el alfonsinismo siguió siendo el
paradigma dominante como concepción del radicalismo. En rigor, los
personalismos siguieron funcionando plenamente, pero (al menos en
Córdoba), los “ismos” carecían de debate interno y se
constituian como fuerza militante propia de cada dirigente, más que
de la UCR.
La discusión teórica
fue perdiendo consistencia y vigor, y la creación de la Alianza hizo
poco por restaurarla: los discursos y planes ya venían cocinados de
Buenos Aires y los “equipos técnicos” seguían siendo una
mentira tan inútil como lo son hoy.
De la Rúa intentó
reemplazarlos por las alas más “liberales” y técnicas en su
corto gobierno, pero la crisis y eclosión del noventismo destruyó
también a esa incipiente alternativa al alfonsinismo. Hoy, me
consta, muchos de los jóvenes más talentosos y formados que
participaron en aquél gobierno, estan fuera de Argentina y no
piensan regresar. El alfonsinismo se convirtió en el carro que se
quedó con los escombros, y convirtió a la UCR en una triste
colectora del peronismo.
¿Qué debe hacer el
radicalismo ahora, qué nueva conformación debe tener? De forma
somera, el Opa cree que hace falta en Argentina un gran partido
liberal igualitario, de raíz popular y laica. Debe definir cada uno
de esos términos porque palabras como “progresista” están tan
vapuleadas que han perdido contenido. Pero prefiere dejar que cada
uno busque las definiciones que le parezca. Un poco por pereza y un
poco por apuro, el Opa irá sugiriendo lecturas que puedan ir
aclarando a qué se refiere por cada cosa. Por ahora, alcanza con
esta síntesis incompleta.
Querido opa. no olvidar que la cocina de ideas y porqué no ideales tienen que ser gestadas sobre su objeto que las conforma. Y no sobre su objetivo. que las deforma. La deformación de ideas, si señor, y en primera fila es el ocaso por el cual dejaron de ser los partidos políticos los creadores de ideales y de la lujuria de poder tentaros de cumplir quimeras sociales.
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