martes, 6 de mayo de 2014

Introducción al Opa

El Opa de la Comarca merodea por diversos tópicos relativamente políticos. Es, en sí mismo, un ejemplar extraño de la fauna que brota en esa región al sur del mundo que alguna gente con talento bautizó Diegoarmandia.
Entre otras excentricidades, el Opa practica una obstinada (¿Hobbestinada?) pertenencia a un dizque partido político llamado Unión Cívica Radical, fuente de toda sinrazón y algunas varias injusticias. Su pertenencia, como queda establecido, es marcadamente conflictiva. El Opa tiende a tomarse en serio las menudencias como las ideologías y los juramentos, y los abismos que le plantea la desventura cotidiana lo sumerge en las profundas aguas del absurdo. Lo prueba su propia ceremonia de afiliación partidaria.
Transcurría el invierno de 1994 cuando, pocos días después de cumplir 18 años, se encaminó a la Casa Radical de Córdoba. Jamás había ingresado. En el hall de ingreso se encontró con un hombre de mediana edad, y pensó: "a éste lo tengo visto en algún lado". Se trataba del por entonces Vicegobernador, Luis Molinari Romero. Le preguntó cómo hacía para afiliarse al partido.
La perplejidad del funcionario fue abismal: un joven que venía solo al partido, bien comido y bien vestido (bueno, seamos amplios) no era justamente carne de puntero. Tanto así que ante semejante rareza lo llevó a la oficina del venerable Don Ibáñez, que durante años se encargó de esos menesteres.
El Opa firmó sus fichas de afiliación en cuatro ejemplares, saludó a los presentes, y salió a la calle. Cree que había sol, el detalle puede no ser exacto. Supongamos, de todos modos, que había sol.
Ese sol fue testigo de un enorme desatino inevitable, esa módica aspiración de tragedia griega. Y así vamos, piensa el Opa.

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