miércoles, 21 de mayo de 2014

La belleza del escándalo

Así se llama un libro de relatos de don José Playo, a quien el Opa lee con asiduidad. Piensa en ese nombre y piensa que es apropiado para describir lo que ocurrió en la Comarca chica. Porque hay Comarca chica, con Alguacil; Comarca mediana, con Gobernador; y Comarca grande, con la Presidenta Fernández de Neón. El Opa se siente tentado de escribir “Comerca”, pero como el mote se les aplica a las tres, prefiere no hacerlo para no confundirse.
El Opa nota que el Alguacil de la Comarca chica andaba con el paso cruzado en los últimos meses. Hubo elecciones el año pasado en las que se postuló su hermano para ir al Gran Consejo de la Comarca (grande), y que terminó en escándalo porque acusaron a su partido de participar, beneficiarse o tolerar un aparente manoteo indecente de sufragios. Mientras esto sucedía, el Gobernador de la Comerca estaba teniendo un traspié tras otro porque se difundían noticias que lo vinculaban con el tráfico de ajenjo y otras sustancias tóxicas. Tanto así que el Jefe de los Esbirros contra el Tráfico de las Sustancias Tóxicas y su plana mayor terminaron presos por, precisamente, tráfico de sustancias tóxicas. En medio del escándalo, allanaron una oficina de los esbirros y encontraron más sustancias tóxicas. El Ministro (no el tío abuelo del Opa, otro Ministro) dijo que “era para los perros” que entrenan para luchar contra las sustancias. El delegado sindical de los perros ofreció rinoplastías para limpiar el honor canino, pero no le dieron bolilla.
Mientras esto ocurría, en la Comarca chica el Alguacil perdía las elecciones en las que postuló a su hermano. Pocos meses después, la prensa denunció que el Alguacil, su ViceAlguacil y su Secretario Privado, todos ellos junto a sus respectivas esposas, fueron a una fiesta organizada por un empresario de otra Comarca. Según la denuncia, el empresario los invitó al pelotero donde festejó su cumpleaños, y les mandó una alfombra voladora para llevarlos y traerlos y les costeó la noche en la posada. Este empresario había sido elegido por el Alguacil, meses antes, para manejar los desechos y el transporte de la Comarca.
Se comenta en los mentideros de la Comarca que esa misma empresa habría pertenecido alguna vez al padre del Alguacil, que también fue a su vez Alguacil y Gobernador, e interventor de la comarca donde vive el empresario y donde organizó su fiesta.
Mandaron al ViceAlguacil a un canal de televisión, y solito admitió que “es cierto, nos pagaron los pasajes y el hotel para ir a la fiesta del empresario”. El Opa consulta con un jurisconsulto de confianza, y éste le dice que eso en el Código Penal de la Comarca grande se llama “recepción de dádivas”. Coima con delay, ponele. El Opa mira el programa y lo escucha una y otra vez porque no puede creer que el ViceAlguacil sea capaz de enterrarse solito. Enterrarse tanto, y tan solito.
Agrega el ViceAlguacil, en esa entrevista, que aceptar los regalos de un empresario que negocia con el municipio “no roza la ética”. En eso el Opa coincide. Aceptar regalos de empresarios que tienen contratos millonarios con la administración de la Comarca no roza la ética: le pasa bien lejos. Tan lejos como la distancia que hay entre una comarca y otra.
Es tan antiético que hasta el Código Penal dice que no se puede hacer. El mismo ViceAlguacil explica que todos los contertulios conocieron al empresario justamente cuando, de muchachos, fueron en calidad de hijos y entenados a la intervención de esa otra comarca, y que desde entonces son chanchos amigos.
El Opa se entera de que el ViceAlguacil tiene un apodo curioso: le dicen “Capocha”. Se pregunta, el Opa, si ese apodo no es un oxímoron. Se angustia el Opa, porque su condición de tal peligra ante un opa más profundo y sólido, y con mucho dinero, y con un escritorio grandote y secretarias en minifalda.
Días después la prensa vuelve a sacudir la estantería municipal: exhibe al Gran Cuñado del Secretario de Gobierno de la Comarca cobrando la recaudación del kiosko de plastificado de carnets sanitarios. Resulta que el funcionario manejaba esos curritos y acaso otros. Se pregunta el Opa, cómo es que esta gente, con buenos ingresos y apellidos sonoros, son capaces de robar, y de robar tan torpemente que dejan los dedos marcados en todo lo que roban.
Estalló el escándalo, y se supo que otro funcionario top tenía el curro de la empresa de limpieza de las oficinas de la Comarca, pero a nombre de tres chicas de apellido difícil. El Opa buscó fotos en la página de sociales de La Voz de la Comarca. Las tres son mujeres bellas, y han trabajado todas ellas con el Alguacil en su estudio jurídico, o como funcionarias o empleadas de otros funcionarios de confianza. El Opa sospecha que alguna/s de ella/s era/n para el Alguacil o sus hombres algo más que una/s empleada/s. Recuerda también un rumor: quien dio los datos a la prensa fue la esposa de uno de los funcionarios denunciados, herida y despechada por las infidelidades del susodicho. Piensa el Opa que pocas cosas hay tan peligrosas como una mujer despechada. Acaso el Alguacil también lo piense.
Hasta aquí, la crónica de lo ocurrido. Próximamente el Opa brindará su opinión, adelantando que está convencido de que el Alguacil ha recibido un enorme, frondoso favor por parte de la prensa. Pero eso será mañana.

1 comentario:

  1. La administración aclara que el Sr. José Playo es ajeno a los devaneos intelectuales del Opa, quien ha utilizado el nombre de su libro acaso sin consultarlo.

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