Continúa el Opa con sus crónicas de los partidos. Como se verá, frente al aburrimiento supino que provoca ver a nuestra Selección, intentará al menos buscarle una vuelta, un destello que merezca ser rescatado del sopor. O al menos, aportar su visión humilde entre tanto experto que habla humedades.
Han pasado los primeros
minutos del partido y el Opa va mirando como ambos equipos parecen
entretenerse en patear la pelota a lo largo del campo de juego, intentando horadar la
lontananza, como haciendo tiempo. Nota sin embargo que el medio campo
argentino luce ordenado y sin mayores problemas para hacer circular
el balón, y no hubo hasta ahora oportunidades para probar la
defensa. Aunque, es justo decirlo, contribuye con la Selección la
hábil tarea del árbitro para quitarle la pelota al atacante iraní.
Su pataleta de niño enojado es entonces válida.
Agüero sigue con el paso
cambiado, desperdiciando una oportunidad tras otra. El Opa se lo
atribuye a su peinado, esa cresta ridícula que se ha dejado, ese
inopinado homenaje al segundo cordón del conurbano. Parece haber
contagiado a Higuaín y Di María, esperemos que al menos alguno de
ellos se recupere pronto y abandone el zapatazo desorientado. Vino el
tiro libre, confirmando que hasta ahora también Messi está
afectado, y hasta Garay y Fernández perdieron la orientación del
cabezazo.
Afortunadamente también
a los iraníes se les enredaron las patas y los cabezazos en las
únicas chances claras que tuvieron.
Así llegamos al segundo
tiempo, y la única chance clara fue para Irán, que logró hacer
despeinar a Romero, y un penal claro a favor de Irán que el árbitro
no vio. Queda claro hasta ahora que Irán podría estar ganando 2 a
0, y no sería un resultado totalmente injusto a pesar de que
Argentina manejó el prtido el 90% del tiempo.
Así también Gago,
salvando las papas frente a un gol que la defensa argentina dejó
inexplicablemente servido, mientras el resto de la Selección pasó a
gas y viene en llanta. El arquero Romero se convirtió en un hombre
importante frente a un equipo débil, y eso es una pésima noticia.
La cámara enfoca a
Sabella, que luce angustiado, como perdido en su laberinto. El Opa lo
mira a Agüero y su peinado, y piensa que con Passarella estas cosas
no pasaban. Se pregunta dónde andará Tevez en este momento.
Finalmente hay cambios en
ambos equipos. En lo que nos importa, salen Agüero e Higuaín, que
es como si no hubieran estado. Entra Lavezzi, que prefiere dejar los
mocos afuera, aunque de manera poco elegane. Entra Palacio, no se
sabe para qué.
Hasta que alguien lo
vuelve a despertar a Messi, y mientras se lava la cara para sacarse
la modorra se despacha con un gol imposible que devuelve la alegría
y cierta tranquilidad, ya que no la dignidad ni el hambre de gloria.
Argentina dio una clase de mezquindad frente a un equipo muy inferior
que jugó con garra charrúa y que no dejó de buscar el resquicio
con sus armas humildes hasta el último minuto.
Argentina es hasta ahora
un equipo mezquino que puede dominar el juego y controlar a rivales
poco complicados, mientras espera que sucedan los goles. Esperemos a
ver qué pasa cuando enfrente un equipo que juegue al futbol.
Mientras tanto, sugiere el Opa que Sabella les contrate un buen
psicólogo a estos muchachos: es lo único que puede ayudar a estos
chicos ricos que tienen tristeza.
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