jueves, 19 de junio de 2014

Los buitres

El Opa se había prometido no meterse en (más) problemas, y mantenerse fuera de los temas que no maneja con alguna soltura. Que son casi todos. Esta semana la Comarca se vio conmovida por la decisión de la Corte Suprema de otra comarca, que ordena el pago de sumas ingentes de tombuctúes y de rupias a los así llamados “fondosbuitres”.
Es larga la historia, y podría resumirse arbitrariamente de la siguiente forma: los que gobernaron la Comarca, por los votos o las botas, han ido acumulando capas geológicas de deudas con acreedores extranjeros. Eso se ha dado en llamar Deuda Externa, y hablar de ella parece haber sido uno de los deportes nacionales, aunque en rigor nadie sabe bien de qué se trata ni a quién se debe pagar. La deuda comenzó a ser un problema cuando en plena invasión de los Marcianos un funcionario decidió que el Estado garantizaría todos los créditos externos. Los empresarios locales se endeudaron, claro, y por supuesto no pagaron. Porque total garantizaba el Estado. Esto ocurrió en 1981.
Durante los ´80 se vivieron días grises, la deuda aumentó porque no se podían pagar los intereses, y el presidente Alfonso Carrido Lura se enfrentó con los empresarios que habían endeudado el país, con los Marcianos que lo habían permitido, con los frailes que bendijeron la operatoria y con el peronismo que se frotaba las manos. Fue una bomba de tiempo que lo hizo estallar por el aire, en uno de los más crueles inviernos de la Comarca.
La deuda siguió creciendo durante los ´90, porque alguien tenía que pagar la fiesta: nos dijeron que estábamos en el primer mundo y nos dedicamos a consumir como si fueramos californianos con el aguinaldo en la mano. La ficción ya se agotaba, y esta vez la bomba estalló en las manos del inefable presidente Frenando de la Duda. Tristísimo fin de año, de angustia y balas, de hambre y desazón. La Comarca reducida a cenizas declaró el default, que es decir, “minga, no pagaremos”.
En ese escenario el Ministro de las Rupias logró renegociar esa deuda y cambiarla por bonos, con un descuento grande que permitió a la Comarca aliviar un poco la soga. Algo así como el 93% de los acreedores aceptaron el canje, el resto, no. Ese 7% está compuesto por varios fondos de inversión, que se han dado en llamar “buitres”. No aceptaron el canje y fueron a los tribunales a reclamar que les paguen lo que habían convenido cuando compraron esos bonos de deuda. Algo hay de razón en su planteo: al comprar los bonos se les prometió cien rupias, y ahora quieren las cien, no las sesenta que se acordaron en una negociación en la que no participaron.
Se pregunta el Opa cómo es que la presidenta Fernández de Neón no buscó la manera de acordar con ellos antes del juicio, antes de que un eterno litigio de 12 años terminara en la Corte Suprema de otra Comarca. Que a las deudas hay que pagarlas, están de acuerdo sarracenos y pleistocenos. Cómo hay que pagarlas, y cuánto, es lo que se discute hoy.
Pero el Opa nota que la presidenta Fernández de Neón se ha enclavado en la diatriba contra los “fondosbuitres”, corriendo la lupa de sus propias decisiones. Se ha embanderado la Comarca y medio continente en contra del poder financiero mundial, esa banda de rufianes justamente detestada. Pero se presta poca atención al hecho de que esos bonos de deuda fueron emitidos conociendo sus implicancias: la presidenta y sus antecesores (incluyendo al extinto) sabían que una parte de ellos caerían en manos de tipos capaces de exprimir un ladrillo hasta sacarle mostaza.
Sabían, nuestros sabios economistas, que los bonos irían a usureros inescrupulosos que se han enriquecido con el despojo de deudores débiles. Vaya coincidencia, piensa el Opa, exactamente como hizo la presidenta y su marido, pero a escala patagónica, humilde y gélida. También sabían que al aceptar la jurisdicción de Nueva York renunciaban a la posibilidad de que cualquier litigio ocurra en un país neutral con reglas medianamente ecuánimes.

En medio de la urgencia, la presidenta y su ministro Kici-Love han abusado de la perorata de atril para anunciar, con el ceño fruncido en una pose guevarista, que a esos extorsionadores les pagaremos hasta el último centavo. Todo ello mientras la oposición se pregunta qué hacer. Algunos festejan porque creen que el problema es sólo de la presidenta y su séquito, ignorando que la sombra del hambre se cierne sobre los hogares de la Comarca, sintonizados todos en esa alegría celeste y blanca, en ese arrorró que nos arrulla para que disfrutemos una nueva pesadilla.

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