jueves, 23 de junio de 2016

Ya llegan las noticias de Panamá

El Opa no suele condescender a escribir según los pedidos de un público que acaso no lo lee, y si lo hace esquiva metódicamente cualquier atisbo de razón, y en todo caso tamiza lo que entiende bajo el paraguas del maniqueísmo. Toda esta introducción porque se cree que su silencio sobre algún tema es una muestra de complicidad con los gobernantes actuales, una torpeza sólo imaginable en los militontos del gobierno anterior. El Opa podría ilustrarlos remitiéndolos (además) a sus post anteriores que refieren al presidente Macri y sus minions, pero prefiere recoger el guante. Lo que, desde luego, no hace ningún militonto K sin embarrarse en chicanas propias de la salita celeste del pre-jardín.
El Opa considera esa investigación exhaustiva llamada “Panama Papers”, el fruto de una filtración de información que llegó a un grupo de prestigiosos periodistas de todo el mundo. Se sabe que el Opa detesta a los periodistas casi tanto como a los jueces y los frailes, y por los mismos motivos. Pero al menos en este caso la labor del representante de la Comarca en el susodicho grupo, ha sido suficientemente objetiva para merecerle respeto. Objetiva significa que el periodista que integró el grupo que estudió, analizó, sistematizó y difundió la información, lo hizo guiado por la voluntad de que se conociera ese tramo de verdad, contrariando los intereses del diario donde escribe, y también de la simpatía de sus habituales lectores.
La información proviene de uno de los estudios jurídicos más importantes de Panamá, llamado Mossak Fonseca. Esa filtración informática equivale a toneladas de papel, que refieren las cuentas y sociedades no declaradas que ese estudio ha creado en Panamá y otros lugares, y que pertenecen a dirigentes políticos, funcionarios, artistas, empresarios, etc. Previsiblemente, casi ninguna de dichas sociedades (propietarias de cuentas bancarias donde se deposita dinero no necesariamente legal) ha sido declarada por sus propietarios reales. Significan en casi todos los casos evasión tributaria y violación del deber de declarar todos los bienes. Son, en absolutamente todos los casos, una inmoralidad palmaria.
Resulta que entre los nombres de los propietarios ha aparecido el del presidente Macri. Primero lo negó, afirmando que sólo tenía los bienes que había consignado en sus declaraciones juradas. Cuando fue evidente que mentía, dijo que era una sociedad que había creado su padre, protervo integrante de la Patria Contratista y uno de los más nefastos empresarios que asolaron la Comarca. Dijo el presidente que sólo figuró en los papeles, y que la sociedad, creada para triangular unos negocios con Brasil, nunca funcionó. Luego, se supo que sí funcionó, pero el presidente dijo que nunca percibió ganancias de esas actividades. Luego se supo que alguito había ganado, unos módicos 18 millones de rupias que creía que no tenía que declarar. Frente al escándalo ya inevitable, decidió repatriar ese dinero comprando títulos de deuda de la Comarca e incluirlo, ahora sí, en su declaración jurada patrimonial.
Los minions M afirmaron que se trata de su dinero, con el que puede hacer lo que quiera. El argumento es una defensa torpe ofrecida como contraste con el escándalo de corrupción que fue el gobierno de Él y Ella, que robaron al Estado y por lo tanto al pueblo. Pero el argumento de las focas amarillas olvida que la fortuna presidencial deriva de estafas, sobreprecios e incumplimientos en la obra pública desde la época de Isabelita, de la cartelización, monopolización y vaciamiento de la industria automotriz de la Comarca, de la licuación de las deudas de esas empresas mediante su transferencia al Estado, de la rapiña de empresas privatizadas manoteadas a cambio de nada y vaciadas de todo su valor antes de ser “devueltas” al Estado, de operaciones de contrabando mediante la exportación de vehículos semi-armados a Uruguay para repatriarlos “armados” y cobrando jugosas compensaciones tributarias que previamente habían arrancado al gobierno, y la vieja y querida evasión tributaria. El presidente asumió el cargo imputado en 214 causas, pero el Opa sólo se centra ahora en aquellas que tienen contenido económico y que fundamentan el patrimonio que los orates de amarillo dicen que le pertenece legítimamente. Hasta el Opa entiende que esa fortuna ha sido, en una enorme proporción, fruto del saqueo al Estado. Y que por lo tanto, no le pertenece más que lo que puedan pertenecerle a Lopecito sus bolsos millonarios.
Hay algo de razón en el pataleo de los militontos K cuando advierten que el presidente está tan sucio como su ilustrísima predecesora. Ambos han hecho su fortuna saqueando al Estado, aunque desde distintos lados de la ventanilla. El Opa encuentra igualmente repugnantes ambas modalidades del manoteo voraz, pero más repugnante encuentra que cada vez que se señala a uno, sus defensores sólo atinen a apuntar que el otro cometió los mismos crímenes. Así, la Comarca se ha convertido en un escenario de personajes grotescos, artistas del doble standard, en un festival de hipocresías en que se festejan los desafueros de uno mientras se solapan los del ídolo propio. El Opa los desprecia con parejo fervor.

Le dirán que recurre a la teoría de los dos demonios, esa interpretación de nuestro pasado funesto que señalaba la naturalización de la violencia y la banalización de la muerte en la sociedad de la Comarca, y que permitió explicar cómo fueron posibles los años del desprecio. Confundir taimadamente una explicación, plausible como cualquier otra, con una justificación del terrorismo de estado, es una añeja manipulación de la memoria que sirvió para exonerar de culpas al bando propio. El Opa repudia ese intento, y defiende el derecho de repudiar la violencia y la muerte, vengan de donde vengan y aunque sus causas y efectos sean material, política, moral y jurídicamente distintos. Con la misma fuerza repudia ahora este festival de miserabilidades consistentes en responder a una denuncia con otra, ese deporte execrable al que se dedican los fanáticos con camiseta prestada, hermanados todos en el mismo slogan: “roban pero hacen”.

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