martes, 23 de abril de 2024

La Universidad

 Hoy hubo una marcha en la Comarca del Opa, masiva y plural como sólo suele ocurrir cuando se marcha en defensa de la educación pública. Décadas de populismos ambidiestros no han terminado de desmoronar esa idea que conforma el núcleo identitario de lo más noble de la Comarca. La educación pública, desde las escuelas sarmientinas hasta la universidad reformista, ha conformado el sustrato de una memoria histórica nutrida de premios nóbeles, de ascenso social, de contención social y económica en estos tiempos cretinos, y también del sueño de un futuro. Es un anhelo de prestigio que se desenvuelve en el pasado, el presente y se proyecta hacia el futuro como proyecto o ensoñación.

El Opa, como tantos en la Comarca, es hijo y nieto de la universidad reformista, pública, gratuita, laica, con excelencia y libertad académica. De esa noble tradición que no terminaron de hundir los militares integristas, los jesuitas o los mercaderes. Tampoco pudo hacerlo el Papadas, ese conglomerado de resentimientos que un pueblo agobiado votó como Presidente. La Universidad, así con mayúsculas, ha resistido infamias peores, y resistirá esta otra también. Su hermana mayor, el Jefe, no sabe de qué se trata puesto que en su CV sólo hay tarotismo y repostería, carreras que, según constata el Opa, no son impartidas por ninguna de las unidades académicas del Sistema Universitario Argentino.

Hay un costado infame y triste en todo esto, y es la constatación de que la camporización acelerada de las botineras del Presidente ha atacado también a personas otrora razonables, con algún resquicio de pudor y sentido crítico. Estas personas, súbitos aplaudidores de cualquier gansada esputada por el hermanito del Jefe, se han prendido con uñas y dientes a cada una de las falacias que rodean a la Universidad. “¡Que las auditen!”, reclaman, ignorando que cuentan con auditoría interna y externa que debe ser remitida a la Auditoría General de la Nación. Claro, como la AGN no tiene cuenta de Twitter, el Papadas y sus caniches cibernéticos desconocen su existencia. “¡Hay corrupción!”, declaman, ignorando que más de un rector ha llevado a la justicia los resultados de auditorías externas encomendadas apenas asumido su cargo. Es curioso que declamen corrupción, ya que su gabinete entero es un mosaico de operadores de la impunidad y empresaurios con conflicto de interés. “¡Pero marchan con un corrupto peornista!”, protestan señalando con un dedo índice mientras levantan el pulgar de la misma mano a otros corruptos peornistas que están en el gobierno que idolatran. La calle es pública, se marcha con los que tengan ganas de caminar para el mismo lado, se hayan graduado o no (vos también podés, Cristina). “¡Hay banderas palestinas y filonazis!”, se agitan mientras toman su té con el abogado de terroristas iraníes que llevaron de candidato a vicegobernador. Se supone que ellos comparten gobierno con lo mismo que vituperan, pero en ese caso no pasa nada, es todo pelota. La doble vara permanente, el cinismo y la desvergüenza.

Cree el Opa que la corte de notables al servicio de la Faraona Egipcia tardó un poco más de tiempo en completar su parábola descendente, su trayectoria idiotizante, su metamorfosis hacia una forma de vida que notoriamente reniega del uso de sus conocidas facultades mentales. Esta otra gente, sus némesis en apariencia, se ha convertido con la velocidad en que los intelectuales franceses mutaron al islamismo en las novelas de Houllebecq.

¿Significa que todo brilla en las universidades de la Comarca? Desde luego que no. El Opa recuerda agriamente el espectáculo denigrante de les tristes trosques que intentaron boicotear una gestión rectoral con un Navarrazo de cartulina. Hay algunos docentes delirantes, hay algunos estudiantes indeciblemente obtusos en nombre de ideologías preconciliares, hay empleados sacados de un sketch de Gasalla. Pero todas esas taras son menores, no afectan el funcionamiento general de lo mejor de la universidad, y pueden ser mayormente corregidas con una gestión universitaria decidida y con objetivos claros. Pero estos nuevos troscos de derecha no están planteando esos debates. Perdura en ellos la chicana mediocre, el ataque ad-hominem, la falacia rebajada a mentira boba largamente desmentida. Tanto ir a la cama con el kernernismo y les han pegado, como una venérea infamante, el mismo desprecio soez y arrogante por la verdad y los hechos concretos. Aquéllos afirmaban que en la Comarca había menos pobres que en Alemania porque Ella lo decía; éstos declaman “¡auditoría!” porque el Papadas, el hermanito del Jefe, les enseñó esa palabra. Le duele al Opa ver en el estercolero de las redes sociales a gente que fue lúcida y hoy aplaude como focas las mentiras presidenciales. Qué rápido progresa la gangrena del espíritu, se lamenta el Opa.

Reclaman orden, estas personas, indignados por los carteles de las agrupaciones estudiantiles. Como si la década de oro de la Universidad Pública en la Comarca (entre 1956 y 1966) no hubiese sido un lavarropas en el que las autoridades radicales hacían equilibrio entre los integristas católicos de la derecha nacionalista, los marxistas-stalinistas de todos los pelajes posibles, los peronistas nostálgicos de Mussolini y los científicos y docentes liberales, tímidamente republicanos, sensatos y generosos que investigaban y creaban en medio de ese caos. Aquella universidad gloriosa fue cualquier cosa menos “formal y cortés”, pero alcanzó con que sus autoridades mantuvieran el pulso democrático para que florecieran los frutos que alimentarían su nombre por décadas. Luego vendrían a poner orden los integristas de los cursillos de cristiandad, los policías con picana, los civiles pagando un cargo con la moneda infame de la delación.

De esa runfla funesta emergen los genes del Ottalagano de estos tiempos, un oscuro muchacho ahíto de resentimiento, huérfano de méritos, hijo de un oscuro valijero, ese muchacho que ejercita su odio desde la Secretaría de Políticas Universitarias para algarabía de los así llamados twitteros liberales. Kerneristas de derecha.

Para terminar, el Opa renuncia expresamente a toda pretensión de originalidad para parafrasear a He-Man: “Recuerden amigos: nunca sean tan miserables como Patricia Bullrich. ¡Adiós amigos!”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario