El domingo que viene hay elecciones en la
Comarca: el Opa ya ha dejado de sentirse atontado por los arrebatos
preelectorales y se predispone a votar a conciencia, pero sobre seguro: la
opción que ha elegido obtendrá, con suerte, poco más del 5% de los votos. Sabe que
no será responsable de ninguno de los distintos males que van a azotar a la
Comarca si gana alguno de los tres candidatos que más cerca se encuentran de
esa cosa que llaman victoria. Serán males muy distintos, según aconsejan los
expertos que medran con la inanidad intelectual de los candidatos; serán males más
bien parecidos, según sospechan quienes han vivido algún tiempo en la Comarca.
Es que debajo de la parafernalia de los
medios y los discursos de alquiler, la cosa pública en la Comarca se ha vuelto
todo tan superficial que ya no disimula que bajo la piel tersa de las soflamas
alambicadas hay más coincidencias culturales y de intereses que diferencias
basadas en programas concretos. Pero Sarracenos y Pleistocenos se han comido el
amague: se desgañitan los amigos del Opa vociferándose mutuamente los infiernos
que los aguardan si votan a la opción contraria, porque son tres pero son dos.
Por un lado, algunos sostienen que la salvación de la patria vendrá de la mano
de un menemista balbuceante que reivindica a la Dictadura y no se cree una sola
palabra del discurso que pregonan sus acólitos. Pero por otro lado, sus
detractores sostienen que hay que impedirlo, y en cambio hay que votar a un
menemista balbuceante que reivindica a la Dictadura y no se cree una sola
palabra del discurso que pregonan sus acólitos. Señora lectora, el Opa no se ha
confundido. Ponga usted el nombre de los candidatos en cada uno de los roles, y
advertirá cuánto se parecen.
Por un lado, el candidato de la
Presidenta María Estela Fernández de Neón. Motonauta retirado, ha sido más
cauto que el Lole Reutemann, inolvidable casi campeón del mundo que si corría
solo salía segundo. El candidato que hoy nos ocupa ha corrido efectivamente
solo, y ha sido campeón en categorías en las que no tenía ningún competidor
porque era el único que podía comprar una lancha de la categoría más potente.
Corría solo, y ganaba. Nunca dejó de hacerlo, Florencio.
Sus fans sostienen que continuará una
senda progresista de inclusión revolucionaria. El mismo que continuará la línea
dura del clericalismo de la Comarca, con el Padre Rigoberto aplaudiéndolo en la
homilía, el mismo que continúa el saqueo de las corporaciones “del palo”, el
mismo que festeja la contaminación de la megaminería que le engorda los fondos
de campaña, el mismo que ha gobernado la provincia del gatillo fácil y las
torturas en comisarías y cárceles, la provincia inviable que devora recursos
nacionales y multiplica los pobres como si fueran panes. Hablemos de la
igualdad y la libertad y los Derechos Humanos.
Al frente, con un discurso que gira bajo
la pacatería republicana, nos encontramos con un tipo que mandó a espiar a sus
opositores, asesorado en el área de Defensa por un Carapintada confeso y no
arrepentido, y que ha distribuido contratos fantasmas entre los candidatos de
su partido y los periodistas afines, que muchas veces son la misma cosa. El mismo
que proviene de una familia enriquecida en el desfalco al Estado en épocas
amargas, y no ha atisbado a crear una sola empresa decente. Por añadidura, su
esposa está imputada por mantener obreros en condición de esclavitud en sus
talleres textiles. Hablemos del amor a la ley y al Estado de Derecho.
Dijo el Opa que los candidatos son tres
pero son dos. El tercero en discordia sabe que no puede ganar, pero mantenerse
en la conversación le garantiza futuro, y hoy por hoy también asegura una
segunda vuelta. Delicias de la política de la Comarca. Este candidato promete
mano dura contra el pobrerío, pero lo sostiene una red de punteros y dirigentes
con más prontuario que trayectoria. Promete terminar con “ladroga”, justo el
hombre fuerte de un municipio “narco friendly”. Sabe que en esta partida no
llegará a ganar, pero se mantiene a flote aferrado al discurso de demagogia
punitiva más brutal y elemental.
Finamente, los tres tratan de orates a
los votantes de la Comarca. O acaso hay razones profundas para votarlos, que al
Opa se le escapan, agobiado como está por una campaña anodina, aburrida y sin un
solo atisbo de creatividad. Sólo un debate guionado le puso un poco de
pimienta, pero la sopa electoral era demasiado desabrida para que las cosas
cambien demasiado. En ese debate el candidato de la Presidenta Fernández de
Neón brilló por su ausencia. Se aseguró de que el nivel de las preguntas
descendiera a una pobreza conceptual suficiente como para que pudiera moverse
sin pasar mucha vergüenza, y después faltó sin aviso. Pero como en la Comarca
no existe la verdad ni la mentira, para los oficialistas fue una movida
brillante porque no se expuso a ataques gratuitos; para los opositores fue una
muestra de cobardía, irresponsabilidad y mala fe. En rigor de verdad, a nadie
le importó: nadie cambió su voto por eso.
El Opa quiere aventar un malentendido. No
desprecia los discursos. Cree profundamente en la fuerza de las ideas y en la
importancia de concretarlas en acciones tangibles. Pero cuando los discursos
son fungibles como una camiseta sucia, se convierten en sarasa, en palabrerío
vacuo, en la escenificación de razones mucho más pobres para decidir un voto. Y
en la Comarca la palabra está tan devaluada que cotiza muy poco en el mercado
político. Y eso no puede augurar nada bueno.
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