viernes, 6 de febrero de 2015

Miedismo de Estado

El Opa no tiene muy en claro si la diferencia entre miedo y terror es una cuestión de grados, o si hay alguna condición que defina al terror como un género diferente del miedo común. No desconoce el Opa que el Terrorismo de Estado es una política pública de implementación de control social por medio del terror: hubo en la Comarca distintas versiones, como si fuera una película de terror cuyas remakes tienden a ser cada vez más perversas. Por una mera cuestión de edad el Opa recuerda los Setenta, con las bandas de asesinos del Ministro de Bienestar Social, Josecito López Rega, que después se asimilarían a los marcianos que invadieron la Comarca en 1976. Sabe el Opa que el Terrorismo de Estado es cosa seria, por eso propone palabras más leves para describir el presente.
Por estos días la Presidenta María Estela Fernández de Neón se ha dedicado, con abrupta determinación, a sembrar el miedo en la Comarca. Han matado a un Fiscal que tuvo el tupé (tupé: descaro, copete) de denunciarla a Ella y sus secuaces por un crimen de lesa humanidad. En la lógica sórdida de las muertes de Estado, correspondía un poco de mesura para aplacar el pasmo y el festival delirante de versiones que propagó una oposición sin ideas. Pero no.
Primero la Presidenta sembró de dudas la propia muerte del Fiscal. Ella y sus amigos se dedicaron a denostarlo con ganas, asegurando que se suicidó por canalla, cipayo, cobarde, vendepatria, agente de la CIA y el Mossad: lograron despojarlo de su condición humana como paso previo a la justificación de su muerte. En el universo argumental del peronismo, todas esas calificaciones lo hacían merecedor de la muerte violenta que tuvo.
Después Ella acusó a un oscuro magnate del Grupo Corneta de tramar la muerte del Fiscal, ubicándolo de prepo en un cadalso imaginario. Después acusó al chico de las computadoras, que le había prestado al Fiscal asustado el arma con la que lo “suicidaron”. El hermano del chico trabaja en un estudio jurídico que atiende, entre otros miles de clientes, al Grupo Corneta. Ese vínculo resultó ser suficiente para lapidarlo públicamente y sugerir alguna relación íntima entre el muchacho y el Fiscal muerto.
En este punto al Opa lo hiere el silencio cómplice de los amigos gays que simpatizan con Ella. La “acusación” de esta supuesta relación tuvo mucho de homofóbica, pero la comunidad prefirió, nuevamente, hacerse la desentendida.
Al computín también lo acusaron de ser un espía infiltrado entre las víctimas de Cromagnón, un monumento a la corrupción estatal y la imbecilidad rolinga. Resultó que no, que no era un espía infiltrado, que simplemente se parecía a un periodista de la Rolling Stone. Pero como sabemos, ni aún la evidencia hace recular a los fanáticos.
Después apareció otro personaje raro: el primer periodista que twitteó la muerte del Fiscal, y sacó fotos con varios funcionarios en el edificio del finado. El chico se sintió perseguido y prefirió esconderse. Se supo que alguien lo fue a buscar a su casa, y luego los funcionarios de Ella cometieron la canallada infame de difundir dónde estaba escondido, qué avión había tomado, para cuándo tenía pasaje de vuelta. Un tipo que se esconde, muerto de miedo, y el Estado lo expone. El mismo Estado cuyos agentes asesinaron a un Fiscal en su casa en la víspera de una audiencia en el Congreso de la Comarca para mostrar las pruebas de su denuncia.
Luego el Kapitán Efedrina maltrata públicamente a la Fiscal que investiga esa muerte. La jefa de todos los Fiscales de la Comarca ya había menospreciado la muerte del Fiscal incómodo, y menospreció también el maltrato presidencial hacia la colega. Le inventaron declaraciones que nunca dijo, le armaron operaciones con sus vacaciones, con la prueba, con los borradores que demuestran que el Fiscal occiso pensó en algún momento pedir la detención de la Presidenta Fernández de Neón.
El Jefe de Gabinete pasó al estrellato destrozando un diario ante las cámaras. El diario Corneta del Grupo ídem había publicado la intención del Fiscal de mandar detener a la Presidenta, y esa noticia lo desequilibró. Nuevamente las hordas oficialistas festejaron, porque, se sabe, Corneta miente. Y si miente, se lo puede destruir. Lástima que después resultó que lo de la detención no era mentira, pero esta gente nunca retrocede.
A la ex esposa del Fiscal muerto le dejaron, en la víspera del crimen, una revista cuya portada tiene una foto del occiso con un balazo dibujado entre ceja y ceja. Una amenaza de cajón, pero el diario oficialista sostiene que es otra operación de los medios que inventaron esa historia.
Ahora, los fiscales abandonados todos por su Jefa, subordinada a la Presidenta Fernández de Neón, decidieron marchar cuando se cumpla un mes del asesinato de su colega. El Jefe de Gabinete sale a increparlos, a exigirles que digan por qué marchan, como si tuvieran que completar una declaración jurada.
Como el nivel de delirio supera la sensación térmica, Ella manda al Kapitán Efedrina a increpar por twitter a dos personalidades extranjeras que cuestionan la complicidad del gobierno en la muerte del Fiscal. Están tan acostumbrados al apriete que se olvidan de que no pueden apretar a gente que vive fuera de la Comarca.
Ahora, mandan al destituido y defenestrado jefe de los espías a que se siente a declarar frente a la Fiscal, como si no supiera por su oficio que es un blanco móvil. Claro que debería declarar, pero exigirle que se muestre públicamente es amenazarlo de muerte. Como ya han amenazado a otro juez impresentable que se atrevió a investigar los negocios hoteleros de Ella.
Una diputada de la oposición denuncia a los denunciados por encubrimiento, y la acusan de ser amiga del jefe de los espías, ahora súbitamente detestable después de años de fieles servicios.

Miedo o terror, lo cierto es que el fascismo requiere amedrentar al otro, asustarlo para que haga, o no haga, algo. Y eso es exactamente lo que la Presidenta María Estela Fernández de Neón está haciendo en estos días: miedismo de Estado. Una y otra vez, cada vez que aparecen por televisión es para infiltrar miedo, para amenazar a alguien, para crear operaciones de odio que sembrará, en un loop macabro, las semillas para que florezcan mil muertes más en la Comarca. Todo ello, mientras los defensores del Modelo aplauden a los asesinos.

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