El Opa no tiene muy en claro si la diferencia entre miedo y terror es una
cuestión de grados, o si hay alguna condición que defina al terror como un
género diferente del miedo común. No desconoce el Opa que el Terrorismo de
Estado es una política pública de implementación de control social por medio
del terror: hubo en la Comarca distintas versiones, como si fuera una película
de terror cuyas remakes tienden a ser cada vez más perversas. Por una mera
cuestión de edad el Opa recuerda los Setenta, con las bandas de asesinos del
Ministro de Bienestar Social, Josecito López Rega, que después se asimilarían a
los marcianos que invadieron la Comarca en 1976. Sabe el Opa que el Terrorismo
de Estado es cosa seria, por eso propone palabras más leves para describir el
presente.
Por estos días la Presidenta María Estela Fernández de Neón se ha
dedicado, con abrupta determinación, a sembrar el miedo en la Comarca. Han
matado a un Fiscal que tuvo el tupé (tupé: descaro, copete) de denunciarla a Ella
y sus secuaces por un crimen de lesa humanidad. En la lógica sórdida de las
muertes de Estado, correspondía un poco de mesura para aplacar el pasmo y el
festival delirante de versiones que propagó una oposición sin ideas. Pero no.
Primero la Presidenta sembró de dudas la propia muerte del Fiscal. Ella
y sus amigos se dedicaron a denostarlo con ganas, asegurando que se suicidó por
canalla, cipayo, cobarde, vendepatria, agente de la CIA y el Mossad: lograron
despojarlo de su condición humana como paso previo a la justificación de su
muerte. En el universo argumental del peronismo, todas esas calificaciones lo
hacían merecedor de la muerte violenta que tuvo.
Después Ella acusó a un oscuro magnate del Grupo Corneta de tramar la
muerte del Fiscal, ubicándolo de prepo en un cadalso imaginario. Después acusó
al chico de las computadoras, que le había prestado al Fiscal asustado el arma
con la que lo “suicidaron”. El hermano del chico trabaja en un estudio jurídico
que atiende, entre otros miles de clientes, al Grupo Corneta. Ese vínculo
resultó ser suficiente para lapidarlo públicamente y sugerir alguna relación
íntima entre el muchacho y el Fiscal muerto.
En este punto al Opa lo hiere el silencio cómplice de los amigos gays
que simpatizan con Ella. La “acusación” de esta supuesta relación tuvo mucho de
homofóbica, pero la comunidad prefirió, nuevamente, hacerse la desentendida.
Al computín también lo acusaron de ser un espía infiltrado entre las
víctimas de Cromagnón, un monumento a la corrupción estatal y la imbecilidad
rolinga. Resultó que no, que no era un espía infiltrado, que simplemente se
parecía a un periodista de la Rolling Stone. Pero como sabemos, ni aún la
evidencia hace recular a los fanáticos.
Después apareció otro personaje raro: el primer periodista que twitteó
la muerte del Fiscal, y sacó fotos con varios funcionarios en el edificio del
finado. El chico se sintió perseguido y prefirió esconderse. Se supo que
alguien lo fue a buscar a su casa, y luego los funcionarios de Ella cometieron
la canallada infame de difundir dónde estaba escondido, qué avión había tomado,
para cuándo tenía pasaje de vuelta. Un tipo que se esconde, muerto de miedo, y
el Estado lo expone. El mismo Estado cuyos agentes asesinaron a un Fiscal en su
casa en la víspera de una audiencia en el Congreso de la Comarca para mostrar
las pruebas de su denuncia.
Luego el Kapitán Efedrina maltrata públicamente a la Fiscal que
investiga esa muerte. La jefa de todos los Fiscales de la Comarca ya había
menospreciado la muerte del Fiscal incómodo, y menospreció también el maltrato
presidencial hacia la colega. Le inventaron declaraciones que nunca dijo, le
armaron operaciones con sus vacaciones, con la prueba, con los borradores que
demuestran que el Fiscal occiso pensó en algún momento pedir la detención de la
Presidenta Fernández de Neón.
El Jefe de Gabinete pasó al estrellato destrozando un diario ante las
cámaras. El diario Corneta del Grupo ídem había publicado la intención del
Fiscal de mandar detener a la Presidenta, y esa noticia lo desequilibró.
Nuevamente las hordas oficialistas festejaron, porque, se sabe, Corneta miente.
Y si miente, se lo puede destruir. Lástima que después resultó que lo de la
detención no era mentira, pero esta gente nunca retrocede.
A la ex esposa del Fiscal muerto le dejaron, en la víspera del crimen,
una revista cuya portada tiene una foto del occiso con un balazo dibujado entre
ceja y ceja. Una amenaza de cajón, pero el diario oficialista sostiene que es
otra operación de los medios que inventaron esa historia.
Ahora, los fiscales abandonados todos por su Jefa, subordinada a la
Presidenta Fernández de Neón, decidieron marchar cuando se cumpla un mes del
asesinato de su colega. El Jefe de Gabinete sale a increparlos, a exigirles que
digan por qué marchan, como si tuvieran que completar una declaración jurada.
Como el nivel de delirio supera la sensación térmica, Ella manda al
Kapitán Efedrina a increpar por twitter a dos personalidades extranjeras que
cuestionan la complicidad del gobierno en la muerte del Fiscal. Están tan
acostumbrados al apriete que se olvidan de que no pueden apretar a gente que
vive fuera de la Comarca.
Ahora, mandan al destituido y defenestrado jefe de los espías a que se
siente a declarar frente a la Fiscal, como si no supiera por su oficio que es
un blanco móvil. Claro que debería declarar, pero exigirle que se muestre
públicamente es amenazarlo de muerte. Como ya han amenazado a otro juez
impresentable que se atrevió a investigar los negocios hoteleros de Ella.
Una diputada de la oposición denuncia a los denunciados por
encubrimiento, y la acusan de ser amiga del jefe de los espías, ahora súbitamente
detestable después de años de fieles servicios.
Miedo o terror, lo cierto es que el fascismo requiere amedrentar al
otro, asustarlo para que haga, o no haga, algo. Y eso es exactamente lo que la
Presidenta María Estela Fernández de Neón está haciendo en estos días: miedismo
de Estado. Una y otra vez, cada vez que aparecen por televisión es para
infiltrar miedo, para amenazar a alguien, para crear operaciones de odio que
sembrará, en un loop macabro, las semillas para que florezcan mil muertes más
en la Comarca. Todo ello, mientras los defensores del Modelo aplauden a los
asesinos.
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