Cada tanto cunde en la Comarca algún
pánico nuevo, y casi siempre el Opa ve a los botarates de turno agitarse como
gallinas empavesadas para subirse al pánico y agitarlo con indignación sagrada.
Parece que si uno se encabrita y encabrona lo suficiente se convierte
en un ciudadano decente. Pueden ser los menores de edad, que cada tanto los dedos
de la Comarca señalan como los autores de todas las fechorías y crímenes de la
prensa roja. Ahora son los inmigrantes, que están en el candelero del miedo
público.
Resulta que después de una década de
ignorar los esfuerzos por modernizar la justicia penal, a la Presidenta
Fernández de Neón se le dio por apresurar un anteproyecto de código procesal
penal, al que llamaremos CPP. El CPP es una herramienta para que los jueces y
otras aves oscuras resuelvan conflictos, es la hoja de ruta entre el manoteo de
cartera y la puerta del calabozo. Se supone que todo lo que pasa en el medio
está regulado por el CPP.
Regía en la Comarca el más arcaico de
los CPP de la región: el Padre Rigoberto tenía uno en su mesita de luz porque
le recordaba al Libro de las Brujas, aquél tomo que indicaba el procedimiento
correcto para incinerar mujeres acusadas de brujería. No le pregunten al Opa
cómo sabe lo que hay en la mesita de luz del Padre Rigoberto. Pero el fraile
adoraba esa institución macabra donde pululaban Torquemadas bisoños con
nombramiento vitalicio.
Por eso un nuevo CPP es una buena
noticia, porque sale del medioevo y pretende ingresar a la modernidad. Pero
como todo lo que toca la Presidenta, acá también metieron los garfios los
obsecuentes del populismo bobo. Así, en lugar de mencionar las garantías y la
transparencia del proceso, a la Presidenta se le ocurrió resaltar que podrá
deportar inmigrantes sin juicio previo. El Opa no es idiota: eso quiere decir
que la policía puede decidir que un fulano que vino de otro país cometió un
delito y expulsarlo. Una policía experta en armar causas, que luego fiscales y
jueces confirmarán para “hacer estadística”.
El carapintada abonado al presupuesto
nacional, Camarada Sergio Berni, explicó que la Comarca está hostigada por los
delincuentes extranjeros, pero lo desmiente la poca información pública confiable.
Mientras, la Presidenta asentía y peroraba: “entran por una puerta y salen por
la otra”. Hace 15 años que dice lo mismo. El finado también lo decía.
Pero resulta que no.
Resulta que los delitos cometidos por
inmigrantes son una minoría minimísima. Algunos hay, por supuesto, pero no para
justificar ponerlos en ese espacio resbaladizo que
ocuparon judíos, gitanos, izquierdistas, opositores, y, en la etapa final del
populismo de bolsillos flacos, los laburantes. Es que el populismo penal
siempre necesita agarrar algún sector vulnerable y sindicarlo como la causa de
todos los males, desde las Siete Plagas de Egipto hasta el último asalto en
Isidro Casanova, hace 4 minutos.
Cuando uno piensa en los grandes
delincuentes extranjeros piensa en el delito organizado. Y allí tiene que dejar
de pensar, porque las huellas llegan hasta el perenne Aníbal Fernández, hasta
Sergio Massa, hasta Mauricio Macri. Hasta Ella, y hasta Él. Y sus socios. Los
peligrosos manejan medio gobierno y media oposición, son los dueños de la
Comarca y de los tribunales. Comen asado con los jueces, les tiran unas rupias a la policía.
Los verdaderos peligrosos que saltan de
una Comarca a otra no son el carterista boliviano ni el paraguayo que vende “faso”.
Pero ellos pagarán por todas las culpas, porque en la república populista los
primeros privilegiados son los pobres. Sobre todo cuando por fin los van a
poder meter presos rapidito, como quiere Ella. Como quería Él.
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