jueves, 6 de noviembre de 2014

Para los saqueos de fin de año

Hay en la Comarca tradiciones siniestras, y una de las más novedosas se remonta hacia el fin inacabado de la transición democrática. Al despuntar el último año del primer gobierno democrático el peronismo comenzó a pergeñar una operación que le permitiría matar dos pájaros de un tiro: vengarse del tipo que les ganó elecciones libres por primera vez, y acorralarlo contra el abismo de un final agónico.
Lo primero que hicieron fue buscar a los "Carapintadas", sus parientes embetunados que boicotearon los juicios por crímenes de lesa humanidad. Aldo Rico y sus muchachos tenían bien claro cómo organizar operativamente un caos teledirigido, porque habían sido formados para ello con dinero del presupuesto público. Lo segundo que hicieron fue acordar con las policías para que dejen actuar a los saqueadores, al menos hasta que lleguen las cámaras de TV para llevar el horror hasta las mesas de todos los argentinos. Finalmente, acordaron con los punteros del PJ cómo iban a atacar cuáles supermercados en qué momento. La manipulación de miles de hambreados por la hiperinflación alimentada por los empresarios del modelo terminó de cerrar el círculo del horror. Así voltearon a Alfonsín.
Pero los peronistas aprenden rápido: aprendieron que es relativamente fácil voltear un presidente mediante el caos desatado. Usaron la receta contra otros gobernadores de la Comarca, y también contra Frenando de la Duda, el presidente aburrido que huyó en helicóptero dejando una plaza sembrada de muertos. Sabe el Opa que las cifras de aquellas jornadas espantosas han sido retocadas en el INDEC, y que como siempre en la Comarca, hay muertos en blanco y muertos en negro. En algún momento se sabrá la verdad y habrá muertos “blue”, valga la redundancia.
Ahora se asusta el gobierno de la presidenta Fernández de Neón porque nuevamente oír se dejan los aprontes de saqueo. El peronismo ha determinado librar su interna en la calle, como siempre. Destruyendo vidas y bienes ajenos, como siempre. Apropiándose de las muertes como si fueran porotos que se transan en un partido de truco macabro, porque para eso son fascistas: la muerte los erotiza, especialmente la ajena.
Claro, el miedo no es infundado porque uno de los desmembramientos del PJ prohíja a un legendario matón de la Triple A, el camionero Moyano, con quien la presidenta y el finado gustaban compartir actos y negocios. Algún negocio no cerró, y lo expulsaron del ámbito íntimo de la madriguera de Olivos. Con Moyano en la oposición volvieron los saqueos, cada vez más violentos.

Entonces vuelven a agitar el miedo, como adora la presidenta y sus adláteres. Agitan un miedo probable porque conocen desde adentro el mecanismo perverso de los saqueos. Está también en su ADN, como un elemento funesto que se ha ido introyectando en su cultura política. Lo han usufructuado, y ahora lo temen.
Piensa el Opa que si fuera que se matan entre ellos, hasta le harían un favor a la Comarca. Pero no, cuando disputan poder en serio ellos ponen los balazos y los palazos. Los muertos los pone el pueblo, y los destrozos también.

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