Hay en la Comarca
tradiciones siniestras, y una de las más novedosas se remonta hacia el fin
inacabado de la transición democrática. Al despuntar el último año del primer
gobierno democrático el peronismo comenzó a pergeñar una operación que le
permitiría matar dos pájaros de un tiro: vengarse del tipo que les ganó
elecciones libres por primera vez, y acorralarlo contra el abismo de un final agónico.
Lo primero que hicieron
fue buscar a los "Carapintadas", sus parientes embetunados que boicotearon los
juicios por crímenes de lesa humanidad. Aldo Rico y sus muchachos tenían bien
claro cómo organizar operativamente un caos teledirigido, porque habían sido
formados para ello con dinero del presupuesto público. Lo segundo que hicieron
fue acordar con las policías para que dejen actuar a los saqueadores, al menos
hasta que lleguen las cámaras de TV para llevar el horror hasta las mesas de todos
los argentinos. Finalmente, acordaron con los punteros del PJ cómo iban a
atacar cuáles supermercados en qué momento. La manipulación de miles de
hambreados por la hiperinflación alimentada por los empresarios del modelo
terminó de cerrar el círculo del horror. Así voltearon a Alfonsín.
Pero los peronistas
aprenden rápido: aprendieron que es relativamente fácil voltear un presidente mediante
el caos desatado. Usaron la receta contra otros gobernadores de la Comarca, y
también contra Frenando de la Duda, el presidente aburrido que huyó en
helicóptero dejando una plaza sembrada de muertos. Sabe el Opa que las cifras
de aquellas jornadas espantosas han sido retocadas en el INDEC, y que como
siempre en la Comarca, hay muertos en blanco y muertos en negro. En algún
momento se sabrá la verdad y habrá muertos “blue”, valga la redundancia.
Ahora se asusta el
gobierno de la presidenta Fernández de Neón porque nuevamente oír se dejan los
aprontes de saqueo. El peronismo ha determinado librar su interna en la calle,
como siempre. Destruyendo vidas y bienes ajenos, como siempre. Apropiándose de
las muertes como si fueran porotos que se transan en un partido de truco
macabro, porque para eso son fascistas: la muerte los erotiza, especialmente la
ajena.
Claro, el miedo no es
infundado porque uno de los desmembramientos del PJ prohíja a un legendario
matón de la Triple A, el camionero Moyano, con quien la presidenta y el finado
gustaban compartir actos y negocios. Algún negocio no cerró, y lo expulsaron
del ámbito íntimo de la madriguera de Olivos. Con Moyano en la oposición
volvieron los saqueos, cada vez más violentos.
Entonces vuelven a
agitar el miedo, como adora la presidenta y sus adláteres. Agitan un miedo
probable porque conocen desde adentro el mecanismo perverso de los saqueos. Está
también en su ADN, como un elemento funesto que se ha ido introyectando en su
cultura política. Lo han usufructuado, y ahora lo temen.
Piensa el Opa que si
fuera que se matan entre ellos, hasta le harían un favor a la Comarca. Pero no,
cuando disputan poder en serio ellos ponen los balazos y los palazos. Los muertos
los pone el pueblo, y los destrozos también.
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