jueves, 3 de julio de 2014

La Patria Populista

Sigan ideas, no sigan a hombres. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorcha que mantiene viva a la política democrática.”
Raúl R. Alfonsín, ex-presidente.

La corrección política es una enfermedad degenerativa que carcome lentamente las neuronas. Se empieza por hablar blando y se termina pensando blando. O al revés, no estoy muy seguro.”
Mr. Bugman, bicho.

El Opa ha tenido en estos días varios encontronazos con el populismo en distintos envases y proporciones térmicas. Ha comprendido que su epidermis imprecisa tolera cada vez menos esa costumbre de agitar banderitas como orates, mientras una banda de orangutanes de pechera te bolsiquea y te chamuya al oído. Ha amanecido en él que los populismos son una afrenta a la dignidad individual y a la inteligencia colectiva: nos sometemos de a uno para conformar un pueblo idiota.
Cuando discute sobre el populismo se le vienen a la mente varias definiciones y ejemplos. Un ilustre amigo del Opa ha sostenido que consiste en la voluntad de no pagar los gastos de la fiesta. Agrega el Opa: de creerse con un derecho divino a no pagar los gastos de la fiesta. Una colectivización de la resaca y las multas del consorcio, aún para el vecino que no fue a la fiesta porque al otro día se levantaba a laburar a las 7.
Piensa en el culto a la imagen, y rápidamente se atropellan en su mente simple las contradicciones de la Patria Grande: el presidente de Costa Rica ha ordenado eliminar los retratos de los presidentes, y prohibió el culto a su propia personalidad. Mientras tanto, acá, la presidenta Fernández de Neón propone gigantografías de dos ex presidentes, dos líderes populares: don Hipólito Yrigoyen y el coronel Juan Domingo Cangallo. Uno de ellos ha derrocado al otro y ha inaugurado la saga sangrienta de los golpes de estado en la Comarca: la invasión de los Marcianos en 1976 reconoce su intento inaugural en aquél frío 6 de septiembre de 1930. También el coronel se ha apropiado de parte de su legado, implementando las políticas sociales que el otro no pudo poner en marcha porque lo impedían los mismos conservadores nazionalistas que luego formarían parte del gobierno del coronel.
Aún hoy, sarracenos y pleistocenos sufren cada publicidad oficial de obras públicas con el consabido: “Gestión Fulano de Tal”, como indicando que a ese puente, esa calle o ese lupanar lo ha regalado la presidenta, el gobernador o el intendente. Como si no hubiera sido pagado con los dineros de todos, como si de ese dinero no se hubiera distraído al menos un 20% para lubricar sus carreras políticas.
Nobleza obliga: el Opa tampoco se lleva bien con el culto a la imagen de Alfonsín, que si estuviera vivo sacudiría coscorrones a diestra y siniestra entre los militantes alfonsinistas, enojado con enojo de gallego calentón porque en lugar de construir ideas siguen con los cantitos del ´83: “volveremovolveremo...”
Además del culto a la imagen, lo que caracteriza a esta insidiosa gripe mental es la pretensión de los gobernantes de ponerse por encima de las leyes. La idea de que la causa o el relato perdona todo, justifica todo, y que la mera apelación al respeto por la ley es una mariconería burguesa, pantuflera y buchona. Así, saquear un frigorífico puede ser una “expropiación popular”, usurpar las donaciones populares para los inundados puede ser una “expresión de compromiso político”, robarse hasta la fábrica de billetes es una “gestión para poner al servicio del pueblo la soberanía monetaria”. Se han nacionalizado servicios enteros para ocultar y borrar las pruebas de negociados infames, pero como después compramos trenes nuevos que podemos mostrar por la tele, está todo bien.
Hasta la Madre más famosa ha dicho que está bien utilizar políticamente esa fábrica de lubricar la mafia que es el “Fútbol para Todos”. Los corruptos de afuera no son execrables por corruptos, sino por contreras. Por enemigos. “¿Peronistas? Peronistas somos todos”, dijo Cangallo.
El populismo consiste en gobernar para el pueblo pero manteniéndolo cuidadosamente apartado de cualquier toma de decisión: al Opa le han dicho “¿y qué querés, que esto sea una asamblea ateniense? Alguien tiene que mandar, si no les gusta ganen las elecciones.” Es decir: nos importa tres cuernos lo que piensa el vecino de la vuelta, pero en su nombre podemos decir lo que se nos cante. O lo que le sirva al mandón de turno.
En el mundo populista el que cuestiona algo es menos que un opositor: apenas un mero “opo”, que es algo así como un Opa, pero de la política. El populismo es buchón, porque patrulla ideológicamente y etiqueta al que no se cuadra. El que se queja debe ser de Macri, o de los Marcianos, o del “fracasadoquesefuenhelicóptero”: un militante del bajón y el mal.
La única forma de no ser caratulado de inmediato como un cipayo o algún término más cruel es dando una catarata de explicaciones por las que el Opa debe demostrar que no, que no se arrodilla ante el patrón del mal ni repite lo que esputan sus diarios. Hay que hacer profesión de fe progresista antes de decir “che, me parece que lo del secuestro de los goles estuvo mal”. Hay que explicar que no, que la corrupción no es una agenda de la derecha: por cada peso que algún compañero se lleva del dispensario, el que se queda sin atención es el pibe que es tan pobre que no puede pagar la clínica, y paralelamente se enriquece algún Jaimovich, algún González, algún Manzur.
El populismo ablanda las mentes porque exige cuadrarse ante la versión oficial, aunque la cambien cada diez minutos. Exige también la veneración de semidioses paganos que ofician con fondos públicos y que no admiten controles transparentes. Exigen una épica de la resistencia: los millonarios súbitos que luchan contra el imperio. Exigen aplastar cualquier hipótesis de deliberación seria, de escuchar al que tiene algo incómodo que decirnos, de tomarnos en serio lo que pueda decir, aunque no estemos de acuerdo.

El populismo exige ponderar la sencillez de la presidenta cuando se presenta con su perro y un peluche. Aunque la presidenta Fernández de Neón ha abusado de la cadena nacional para cosas más idiotas.

martes, 1 de julio de 2014

Crónicas de la Comarca: Suiza

Entonces el Opa volvió con su crónica en tiempo real. Pero comenzó con la defensa argentina compliendo medianamente su tarea, por lo que el Opa cree que se confundió de canal y está viendo otro equipo. Parece que Argentina decidió potenciar sus virtudes, y el juego transcrurre entre en el ataque y los manotazos suizos. “Pero pará”, dice el primo ferretero del Opa, “ahí volvieron a dejar pasar a Suiza como si fuera al baño”. Todo vuelve a la normalidad, piensa el Opa.
Hasta ahora ha tenido que trabajar más el arquero suizo que la defensa argenina, lo que no deja de ser una buena noticia, y han tenido que neutralizar a Messi a palazos para que deje de bailotearles alrededor. Para sorpresa del Opa, Higuaín estaba en la cancha, pero, sin sorpresa, cabeceó para cualqueir lado. Y de repente la defensa argentina se abatata, y Romero tiene que ponerse a laburar.
Piensa el Opa que este es el mejor partido de la selección, ante el primer equipo que juega al fútbol. Tanto así que al momento del entretiempo parece haber resucitado, y con buen criterio se empecina en impedir los avances de Messi, Di María y Lavezzi (total Higuaín se anula solito), y de tanto en tanto se acercan al arco argentino donde a veces, sólo a veces, se cruzan con algún defensor.
Comienza el segundo tiempo como un negativo del primero. Otra vez es el mismo arco el que recibe todo el acoso, pero cambiaron los colores. El blooper de Romero, con sus manitas de manteca, marcan la diferencia entre un momento y otro.
Insiste Argentina pero no hay caso, la defensa suiza funciona como tal y logra frustrar un ataque tras otro. No sabe mucho de fútbol, pero el Opa se pregunta si habrá un plan B para horadar esa muralla roja que, para como de males, cada tanto escupe contragolpes peligrosos.
Mientras tanto el partido se pone intenso, y el Opa no respira. Se pone celestito, cianótico, hasta que otro nuevo pelotazo a la lontananza ralentiza el partido. Vuelve la velocidad del ataque argentino, con grandes momentos de Lavezzi y Di María pero sin precisión. Los patadones a Messi ameritan tarjeta roja, pero no hay nada de eso. Más de uno parece temer que los suizos le congelen los ahorros. Y apareció Higuaín con un buen cabezazo al arco. Si entraba, hubiera sido mejor.
Se acuerda el Opa de cuando en lugar de Lavezzi estaba ese vórtice de vacío llamado Agüero: no hay mal que por bien no venga. Pero ahora Sabella sacó a Lavezzi y puso a Palacio, dizque defensor. Es pésima noticia, piensa el Opa, que salga un tipo que estuvo en todo el partido, y entre un enigma con mala fama. Que salga un delantero con garra que baja a buscar pelotas y entre un mal defensor. Espera equivocarse.
Por lo pronto, Gago desperdicia una nueva oportunidad: frente a una pared de defensores eligó mandarla a la tribuna detrás de Benaglio, que en la jugada suficiente parece romperse en un bosque de patas. Pero era, literalmente, fulbito para la tribuna.
El Opa ha aprenddo a leer los labios, y disfruta como un orate ver a Mascherano gritarle a Shakiri “fuck off, fuck off, what do you want?”. Después vuelve el aburrimiento de pelotazos al éter. Hasta Messi está embolado de que lo cascoteen y le pone un pechazo de potrero a uno teñido como Martín Palermo. Entonces el pavote de Rojo se hace amonestar por una falta de adolescente calentón.
El partido se va al alargue sin goles, y con poca gracia. Suiza entendió cómo juega Argentina, y dedicó sus mejores esfuerzos para impedir cualquier peligo.
En la primera mitad del alargue vuelven los pelotazos sin peligro para el arco helvético. Le preocupa al Opa la cantidad de pases malos que comienza a tener Argentina. Pareciera que se queda sin alternativas, sin propuestas para sortear la ligustrina prolija de los suizos. Sale Rojo y entra Basanta, y cerca del arco suizo siguen habiendo un montón de jugadores de rojo con la pata dispuesta a interrumpir cualquier cosa.
Último descanso, y el Opa no logra respirar con normalidad. Ruega que el arco rival se abra y vuelva cierta calma a la Comarca. Pero eso parece poco probable, porque cuando se encienden Di María y Messi, terminan solos y aisados, rodeados de suizos. Nuevamente sin más alternativa que la heróica personal, en un lance que los encuentra desarticulados. Los jugadores ya caminan por la cancha, y en esta ordalía de dos horas no es fácil saber quiénes llegan en mejor estado.

Llega el gol de Di María, el que se corrió todo, a los 117 minutos. Habrá tres minutos más de agonía, con todos los dioses del Olimpo y de la Comarca aguantando en el poste izquierdo de Romero. El árbitro inventa un tiro libre en la puerta del área, a los 124 minutos. Lo rechaza la barrera y se termina la agonía. Acaso Argentina mereció ganar, pero no sabe el Opa si Suiza mereció perder.

jueves, 26 de junio de 2014

El juicio del siglo

Está alterada la Comarca, y aparentemente con justas razones. Son varias, el tiempo del Opa es tirano y no puede dar cuenta de todas ellas. Apenitas se conformará con comentarles una sola: se está cometiendo en la Comarca una gran injusticia. Bueno, miles, a cada rato, pero el Opa presta atención a una de ellas a la vez, para no empacharse.
Resulta que se está juzgando a un fiscal por investigar a empresarios amigos de la presidenta Fernández de Neón. Como el Opa no entiende mucho le pidió opinión autorizada a un primo que es ferretero, y de estas cosas sabe mucho.
Cuenta la historia que un molesto señor gordo destapó algunas fechorías por televisión: contaba en su relato cómo el extinto Néstor, Él, el marido de la presidenta, manejaba una red de testaferros con los que escondía las rupias y tombuctúes que se llevaba de la Comarca. Denuncia caliente, con personajes que ora se incriminaban a lo Cossar, ora se burlaban del señor gordo al que le habían dado ficción.
Y el fiscal del que hablamos, un tal Campagnolli, comenzó a investigar. Juntó alguna información, imputó, citó, buscó pruebas y pidió oficios al país de los bancos secretos. Y entonces comenzó el terremoto. Alguien recordó que sobre ese fiscal pesaba el mote de sheriff, misógino y antipobres, un tipo violento que se dedicaba a maltratar al pobrerío. Tiempo después lo acusaron de otras cosas: concretamente cuatro.
En primer lugar, de haber cambiado el objeto que investigaba: primero investigó a uno de los personajes de la cámara oculta como sospechoso de administración fraudulenta y extorsión, y después del programa del gordo malo cambió su posición a la de víctima. Ríos de tinta para cuestionar ese cambio, que en realidad estaba dentro de las facultades del fiscal.
En segundo lugar, se lo acusa de abuso de autoridad por realizar tareas de investigación que supuestamente no le correspondían, porque eran de una jurisdicción (federal) que no le compete. Sólo después del programa del gordo malo habría vuelto a impulsar ese caso. Sin embargo, los delitos que investigó (extorsión) si eran de su competencia. En el medio aparecieron pruebas de lavado de dinero, que es federal; y como el autor sería el empresario que construyó el mausoleo donde (dizque) descansa Él, el fiscal Campagnolli terminó mandando todo lo investigado al juez correspondiente.
En tercer lugar se lo acusa de haber filtrado a la prensa información reservada sobre sus investigaciones y procedimientos, que terminaron frustrándose porque estaban “escrachados”. Ahora bien, numerosas oficinas de la Comarca conocían esas investigaciones, porque tuvo que pedirles permiso para, por ejemplo, intervenir teléfonos. Una de las oficinas que conocía esos pasos es la oficina de prensa de la Fiscal General. El primo ferretero le dijo al Opa: “acordáte de eso: la Fiscal Gils Carbó sabía también de los próximos pasos del fiscal Campagnolli.” El Opa preguntó quién ganó y quién perdió con esa filtración. “Opa, ganó el empresario investigado, que zafó de algún allanamiento; y perdió el fiscal, que se quedó con las manos vacías”.
La cuarta acusación cuestiona el lenguaje con el que el fiscal Campagnolli se dirigió a la Fiscal General Gils Carbó (¿se acuerdan?). Se lo acusa de no ser mesurado y modosito, justo con la funcionaria de un gobierno tan mesurado y modosito. ¡Qué mal tipo! Tan aterrados se quedaron en la oficina de la Fiscal General que se olvidaron de poner en la denuncia cuáles fueron esas palabras que le quitaron el sueño a Gils Carbó.
Después, dice mi otro primo, funcionario, el Secretario de Lucha contra el Proxenetismo, que patoteaba pobres. Campagnolli, no mi primo. Bah, mi primo también, pero solamente cuando son esos indios del norte que vienen a acampar a la Capital de la Comarca, arruinándole el desayuno a la presidenta. Raro, tratándose de un hecho tan cuestionable, que no lo hayan incluido en su acusación. Raro también que sólo se acordaron que el tipo maltrataba pobres cuando se metió con los poderosos de la Comarca.

El Opa piensa que su primo ferretero no es muy instruido, y le quiso preguntar más detalles a su primo funcionario. Pero se fue de putas, le dijeron en el despacho. Entonces el Opa va buscando información por ahí, y se encontró con algunas cosas interesantes que comparte con ustedes.

sábado, 21 de junio de 2014

Siete Crónicas de la Comarca: Irán

Continúa el Opa con sus crónicas de los partidos. Como se verá, frente al aburrimiento supino que provoca ver a nuestra Selección, intentará al menos buscarle una vuelta, un destello que merezca ser rescatado del sopor. O al menos, aportar su visión humilde entre tanto experto que habla humedades.
Han pasado los primeros minutos del partido y el Opa va mirando como ambos equipos parecen entretenerse en patear la pelota a lo largo del campo de juego, intentando horadar la lontananza, como haciendo tiempo. Nota sin embargo que el medio campo argentino luce ordenado y sin mayores problemas para hacer circular el balón, y no hubo hasta ahora oportunidades para probar la defensa. Aunque, es justo decirlo, contribuye con la Selección la hábil tarea del árbitro para quitarle la pelota al atacante iraní. Su pataleta de niño enojado es entonces válida.
Agüero sigue con el paso cambiado, desperdiciando una oportunidad tras otra. El Opa se lo atribuye a su peinado, esa cresta ridícula que se ha dejado, ese inopinado homenaje al segundo cordón del conurbano. Parece haber contagiado a Higuaín y Di María, esperemos que al menos alguno de ellos se recupere pronto y abandone el zapatazo desorientado. Vino el tiro libre, confirmando que hasta ahora también Messi está afectado, y hasta Garay y Fernández perdieron la orientación del cabezazo.
Afortunadamente también a los iraníes se les enredaron las patas y los cabezazos en las únicas chances claras que tuvieron.
Así llegamos al segundo tiempo, y la única chance clara fue para Irán, que logró hacer despeinar a Romero, y un penal claro a favor de Irán que el árbitro no vio. Queda claro hasta ahora que Irán podría estar ganando 2 a 0, y no sería un resultado totalmente injusto a pesar de que Argentina manejó el prtido el 90% del tiempo.
Así también Gago, salvando las papas frente a un gol que la defensa argentina dejó inexplicablemente servido, mientras el resto de la Selección pasó a gas y viene en llanta. El arquero Romero se convirtió en un hombre importante frente a un equipo débil, y eso es una pésima noticia.
La cámara enfoca a Sabella, que luce angustiado, como perdido en su laberinto. El Opa lo mira a Agüero y su peinado, y piensa que con Passarella estas cosas no pasaban. Se pregunta dónde andará Tevez en este momento.
Finalmente hay cambios en ambos equipos. En lo que nos importa, salen Agüero e Higuaín, que es como si no hubieran estado. Entra Lavezzi, que prefiere dejar los mocos afuera, aunque de manera poco elegane. Entra Palacio, no se sabe para qué.
Hasta que alguien lo vuelve a despertar a Messi, y mientras se lava la cara para sacarse la modorra se despacha con un gol imposible que devuelve la alegría y cierta tranquilidad, ya que no la dignidad ni el hambre de gloria. Argentina dio una clase de mezquindad frente a un equipo muy inferior que jugó con garra charrúa y que no dejó de buscar el resquicio con sus armas humildes hasta el último minuto.

Argentina es hasta ahora un equipo mezquino que puede dominar el juego y controlar a rivales poco complicados, mientras espera que sucedan los goles. Esperemos a ver qué pasa cuando enfrente un equipo que juegue al futbol. Mientras tanto, sugiere el Opa que Sabella les contrate un buen psicólogo a estos muchachos: es lo único que puede ayudar a estos chicos ricos que tienen tristeza.

jueves, 19 de junio de 2014

Los buitres

El Opa se había prometido no meterse en (más) problemas, y mantenerse fuera de los temas que no maneja con alguna soltura. Que son casi todos. Esta semana la Comarca se vio conmovida por la decisión de la Corte Suprema de otra comarca, que ordena el pago de sumas ingentes de tombuctúes y de rupias a los así llamados “fondosbuitres”.
Es larga la historia, y podría resumirse arbitrariamente de la siguiente forma: los que gobernaron la Comarca, por los votos o las botas, han ido acumulando capas geológicas de deudas con acreedores extranjeros. Eso se ha dado en llamar Deuda Externa, y hablar de ella parece haber sido uno de los deportes nacionales, aunque en rigor nadie sabe bien de qué se trata ni a quién se debe pagar. La deuda comenzó a ser un problema cuando en plena invasión de los Marcianos un funcionario decidió que el Estado garantizaría todos los créditos externos. Los empresarios locales se endeudaron, claro, y por supuesto no pagaron. Porque total garantizaba el Estado. Esto ocurrió en 1981.
Durante los ´80 se vivieron días grises, la deuda aumentó porque no se podían pagar los intereses, y el presidente Alfonso Carrido Lura se enfrentó con los empresarios que habían endeudado el país, con los Marcianos que lo habían permitido, con los frailes que bendijeron la operatoria y con el peronismo que se frotaba las manos. Fue una bomba de tiempo que lo hizo estallar por el aire, en uno de los más crueles inviernos de la Comarca.
La deuda siguió creciendo durante los ´90, porque alguien tenía que pagar la fiesta: nos dijeron que estábamos en el primer mundo y nos dedicamos a consumir como si fueramos californianos con el aguinaldo en la mano. La ficción ya se agotaba, y esta vez la bomba estalló en las manos del inefable presidente Frenando de la Duda. Tristísimo fin de año, de angustia y balas, de hambre y desazón. La Comarca reducida a cenizas declaró el default, que es decir, “minga, no pagaremos”.
En ese escenario el Ministro de las Rupias logró renegociar esa deuda y cambiarla por bonos, con un descuento grande que permitió a la Comarca aliviar un poco la soga. Algo así como el 93% de los acreedores aceptaron el canje, el resto, no. Ese 7% está compuesto por varios fondos de inversión, que se han dado en llamar “buitres”. No aceptaron el canje y fueron a los tribunales a reclamar que les paguen lo que habían convenido cuando compraron esos bonos de deuda. Algo hay de razón en su planteo: al comprar los bonos se les prometió cien rupias, y ahora quieren las cien, no las sesenta que se acordaron en una negociación en la que no participaron.
Se pregunta el Opa cómo es que la presidenta Fernández de Neón no buscó la manera de acordar con ellos antes del juicio, antes de que un eterno litigio de 12 años terminara en la Corte Suprema de otra Comarca. Que a las deudas hay que pagarlas, están de acuerdo sarracenos y pleistocenos. Cómo hay que pagarlas, y cuánto, es lo que se discute hoy.
Pero el Opa nota que la presidenta Fernández de Neón se ha enclavado en la diatriba contra los “fondosbuitres”, corriendo la lupa de sus propias decisiones. Se ha embanderado la Comarca y medio continente en contra del poder financiero mundial, esa banda de rufianes justamente detestada. Pero se presta poca atención al hecho de que esos bonos de deuda fueron emitidos conociendo sus implicancias: la presidenta y sus antecesores (incluyendo al extinto) sabían que una parte de ellos caerían en manos de tipos capaces de exprimir un ladrillo hasta sacarle mostaza.
Sabían, nuestros sabios economistas, que los bonos irían a usureros inescrupulosos que se han enriquecido con el despojo de deudores débiles. Vaya coincidencia, piensa el Opa, exactamente como hizo la presidenta y su marido, pero a escala patagónica, humilde y gélida. También sabían que al aceptar la jurisdicción de Nueva York renunciaban a la posibilidad de que cualquier litigio ocurra en un país neutral con reglas medianamente ecuánimes.

En medio de la urgencia, la presidenta y su ministro Kici-Love han abusado de la perorata de atril para anunciar, con el ceño fruncido en una pose guevarista, que a esos extorsionadores les pagaremos hasta el último centavo. Todo ello mientras la oposición se pregunta qué hacer. Algunos festejan porque creen que el problema es sólo de la presidenta y su séquito, ignorando que la sombra del hambre se cierne sobre los hogares de la Comarca, sintonizados todos en esa alegría celeste y blanca, en ese arrorró que nos arrulla para que disfrutemos una nueva pesadilla.

domingo, 15 de junio de 2014

Siete Crónicas de la Comarca: Bosnia

El Opa, se sabe, simpatiza con Bosnia. Además, saben quienes lo frecuentan que de fútbol entiende poco y nada. El Opa no entiende mayormente mucho de nada, en general. Pero se ha sentado a ver el partido, como se estila en la Comarca, y de ello ha extraído un puñado de conclusiones.
Al término del primer tiempo ha notado una llamativa pobreza de ambos equipos. No sorprenderá al cronista ni al lector que Bosnia no tenga mucho para desplegar: no ha llegado a Río como candidata ni se espera una gran revelación del seleccionado balcánico. Pero nota el Opa que ha llegado varias veces, con notoria facilidad, al arco argentino. Tan sólo ha salvado el honor del guardavallas la notable imprecisión de los delanteros azzurros, pero que llegaron, llegaron. La defensa argentina los dejó pasar una vez y otra también, y no pudo articular mucho más que algún que otro patadón alevoso que determinó una tarjeta amarilla para el jugador Rojo. Tan cromático desenlace habla de la debilidad de la defensa, endeble e insegura, que apenas puede contener a un seleccionado débil.
Pero también se nota imprecisión en el ataque argentino, un navegar sin rumbo fijo, un merodeo infructuoso por el área rival. Como si la defensa medianamente sólida de los bosnios tuviera el efecto de convertirse en un espejo en el que la impotencia argentina se mira en la impotencia bosnia. Acercamientos, jugadas interesantes, idas y vueltas, y vuelta a empezar porque una desinteligencia mandó toda la jugada a los pies del rival. El gol en contra de Bosnia fue tan pavote que no merece mayor comentario
A Messi, nuestra gran esperanza blanca, se lo ha visto como desenfocado desde el momento del himno, como si quisiera recordar si puso la moneda en el parquímetro o si dejó prendida la luz del patio. Durante el primer tiempo estuvo callado, que es estar como ausente. En sus apariciones esporádicas lució solo, como desconectado del resto de individualidades que no logró ser claramente un equipo.
Ruega el Opa que sea todo esto una habilísima estrategia de Sabella, de esconder la verdadera potencia y jugar con el envión frente a equipos más débiles, para despistar y confundir. Esa estrategia funciona en el truco y en pocos deportes más, pero el Opa es generoso y atribuye elevadas intenciones al DT nacional.
Comienza el segundo tiempo. La entrada de Higuaín aparenta ser un intento de dotar de mayor capacidad ofensiva al equipo. Pero ante la medianía en la que entró el partido, el Opa se enfoca en los rostros. Sabella adusto, como si conociera un secreto angustiante, la sombra de una amenaza que se cierne sobre su vestuario. El DT bosnio, sin poder creer que aún, a los 55 minutos, no pierde por goleada frente al equipo de la muerte y su arco sólo ha sido mancillado por la pálida afrenta de un gol en contra. O acaso es portador de un secreto, el mismo que parece angustiar a su colega argentino.
El Opa nota que este muchacho Agüero se las comió todas, que fue el rostro de la mayoría de las oportuidades perdidas, hasta que se ofreció en sacrificio ante los botines de Spahic y generó un tiro libre que Messi utilizó para decapitar un camarógrafo.
Finalmente vino el gol, y con él la furia del festejo y el fin de la agonía para Argentina. Un golazo marca Barcelona, con el tipo apelando a toda su magia. Y fue como un switch que se levanta, porque el equipo pareció salir del marasmo e intentarlo con más foco. Y a la vez, sumir en la confusión a Bosnia, que parecía hacer pie. Una de las cosas buenas de que Messi haya sido autor del gol argentino es que silencia a sus detractores (es que en la Comarca hay detractores para todo, hasta para Messi). Mientras Higuaín insistía en pegarle pelotazos a las grúas, Bosnia no dejó de intentarlo, hasta que vino el merecido gol esperado, una pelota lenta que pasó entre las piernas de Romero y rodó mansa hasta el fondo del arco. Alegría del Opa, y  también de un pueblo sufrido.

Piensa el Opa que no fue un resultado del todo injusto: podría haber sido 3 a 1, o podría haber sido 2 a 2, que acaso hubiera empatizado más con sus preferencias. Pero 2 a 1, con un gol en contra, es casi una metáfora que traduce un partido errático.

jueves, 12 de junio de 2014

El Turismo Carretera como la metáfora de la Argentina peronista

Saben quienes frecuentan al Opa y su familia que los domingos por la mañana éste se encuentra sumido en un trance que ocurre frente al televisor y dura un par de horas. Mirar las carreras es una vieja costumbre familiar que en algún momento engordó con la lectura (más bien el estudio minucioso) de las revistas del ramo. Al cabo de algunas décadas el Opa pudo, por fin, desentrañar una conclusión que atormentaba su cabeza. El TC es la Argentina. Es una metáfora de la Argentina. De la Argentina peronista.
Iremos por partes.
El Turismo de Carretera nació en 1937 cuando una banda de intrépidos unía los pueblos y ciudades de la Comarca por caminos que a veces no existían. Enlazaban el campo, la ciudad, los pueblos, los más recónditos parajes de la patria. Llegaban allí donde no llegaban los trenes, en autos a los que pueblos enteros ayudaban a construir y equipar. Y se crearon mitos: los Gálvez, Fangio mismo, los hermanos Emiliozzi.
El Opa comenzó a conocer de ellos en los ´80.
Hoy esa vieja categoría es otra cosa. No es nada de lo que dice ser, si no una versión siniestra del manejo mafioso aplicado a los deportes. Para comenzar, las carreras y los campeonatos no se deciden en las pistas. Desde hace rato las carreras se deciden en escritorios, según las conveniencias de los dirigentes, de los políticos, de los patrocinantes. Los memoriosos argumentarán con razón que ello ocurre desde siempre, o al menos desde que los hermanos Gálvez contaban con el patrocinio estatal de la Fundación Eva Perón, con avión privado y todo, y que por ello el “Chueco” Fangio decidió irse a la Europa de posguerra. Se decide quiénes ganan, quienes pierden, y a quiénes no se revisará por si tienen el auto fuera del reglamento. Para que se entienda: es como que a los elegidos nunca les hagan el antidoping.
Los dirigentes han entremezclado sin pudor sus intereses económicos con su gestión institucional: casi siempre tienen algún fuerte vínculo empresario con alguna fábrica, y nunca trepidaron en beneficiarlas apenas pudieron hacerse del poder para manipular reglamentos.
Los hinchas de cada marca portan banderas de marcas que ya no existen o ya no están en la Comarca. En cualquier caso, se ha limitado el parque a la figura de autos que dejaron de fabricarse hace más de 30 años. Pero en realidad tampoco, porque ni siquiera son autos de calle modificados para correr, son esqueletos de caños a los que les pegan remiendos de chapa que imitan las originales. Acaso solamente el techo sea verdadero. El resto es una profusión de plástico, publicidades y cocaína.
Sobre las publicidades, recientemente la prensa descubrió parte de un escándalo: la familia de un piloto de triste nombre fue imputada por utilizar facturas falsas y evadir impuestos. Las empresas pagaban una suma determinada y la familia del piloto entregaban recibos por el doble de dinero: las empresas descontaban impuestos, y el piloto recibía fondos para su equipo. Este escándalo amenaza con enviar a la cárcel a una de las familias más influyentes de la Comarca deportiva, pero ha sido vivida como una lucha entre otros clanes mafiosos. En todo caso, ilustró cómo el automovilismo de la Comarca se financia con dinero negro.
Pero también hay misoginia, tanta que sobresale en un mundo de machismo rampante. Las promotoras en los autódromos están sometidas a vestirse como un objeto sexual, listo para ser usado por pilotos, dirigentes, periodistas. Los exhabruptos de un inimputable como Marquitos Di Palma, manoseando chicas ante la risa festejante de los periodistas y los hinchas, es parte del circo. También lo es que recientemente se haya detectado una (de las varias) redes de trata de personas, que sometían a la prostitución a menores de edad en el cálido ámbito familiar del TC.
Ya que hablamos de la familia, está la parte sana del mito: el humito del asado al lado del alambrado, la presencia de varias generaciones familiares alentando desde la reposera.

El TC es una mentira. No es turismo, ya no corren (afortunadamente y después de muchas muertes) en carreteras, los autos no son lo que dicen ser, no gana el que mejor maneja sino el que mejor hace trampa y teje su impunidad, el origen de los fondos es inconfesable, fomenta la trata, la prostitución y el narcotráfico. Pero siempre al amparo de las tradiciones, de la apelación emotiva, del amor por los trapos. De la pulsón imbécil por el aguante cómplice, caiga quien caiga. No es casual tampoco que cada tanto la muerte adorna el espectáculo. Es la Argentina de máxima pureza.