Todos la vieron venir, hasta el Opa. Porque con
persistente regularidad se sucedían, uno detrás de otro, hechos de naturaleza
delictiva por la que la patria bienpensante se habría levantado en protestas
callejeras contra la corrupción, el desfalco, el soborno como práctica social. Pero
siempre el beneficio de la duda (no twittea como presidente sino como
ciudadano), el cinismo (todos hacen lo mismo en la ANSES), o la des-responsabilización
(el fentanilo es el otro) funcionaron como lubricantes morales para justificar
el apoyo al gobierno cruel de la Comarca. Ahora no se puede, porque las balas
impactan en el centro mismo del dispositivo.
El Opa nunca fue vidente. Tampoco fue particularmente
sagaz. Ni siquiera es muy inteligente. Pero ha surfeado los últimos ciclos de
ilusión y desencanto con las únicas armas que consiente el desaliento: la voluntad
de no ilusionarse a cualquier precio, la determinación de vivir con los ojos
abiertos, aunque cueste intemperie y soledad. Ya no confronta, ya no defiende,
ya no intenta desmitificar. Sólo observa. Y espera lo que traiga el sentido
común y la experiencia histórica de la Comarca: nunca más que la suma de los
componentes. En otras palabras, sabe que en la Comarca nunca nada es mejor que
el más débil de los eslabones políticos relevantes. El Opa se fija en el peor
de los elementos del poder, en el más impresentable del elenco (no de
cualquiera de los miles de funcionarios necesarios para movilizar al Estado,
sino de los que realmente importan), porque ése es el barómetro que indicará la
densidad moral de todo el conjunto.
El Opa podría explicitar la aplicación de esta regla
en los últimos 20 años de la vida de la Comarca, pero va a intentar enfocar en
este último gobierno. El elenco, huelga decirlo, es una caterva de inmorales.
Siempre lo fue. Así nació ese espacio: rejunte de resentidos, prostitutas,
manolargas, mistificadores, tahúres, esotéricos, prevaricadores y violentos,
encolumnados detrás de un paciente psiquiátrico que se dejó llevar en andas al
poder para imponer su monografía escolar y pedestre. El Opa la vio venir cuando
el presidente hizo modificar la ley para nombrar a su hermana como Secretaria
General de la Presidencia, demostrando que no había instrumento de control que
no estuviera dispuesto a eliminar. Desde el día uno.
El presidente está secuestrado por la gente que le
cambia los pañales y le suministra la medicación. Esta no es una frase cruel,
no se regodea el Opa en las limitaciones que padece la persona que ocupa la
Presidencia de la Nación. Lo inquieta la profunda vulnerabilidad en la que se encuentra
esa persona, por la que no siente afecto alguno, y por el abuso que de él viene
cometiendo ese círculo infernal que comienza por su hermana. Porque es también
la vulnerabilidad que padece la Comarca.
Si el presidente expulsara a Karina del poder, aun
cuando pueda blindarla de los embates de una justicia habitualmente cómplice,
quedaría privado del soporte que lo convierte en una persona medianamente
funcional. No sólo para su cargo, sino para desempeñar las funciones que
desempeña un adulto cualquiera. Nadie sabe qué puede ser de Javier sin su
acompañante terapéutica, y nade puede creer que Karina siga siéndolo si es
apartada del poder, si se le impone la distancia suficiente como para impedir
que siga tramitando sobornos y prevaricatos.
Pero nadie cree que eso vaya a ocurrir. El escenario más
probable es que trate de sostenerla a toda costa. A ella y a sus cómplices
inmediatos, porque no tiene poder para confrontarla y exigirle que depure su
entorno. La Comarca enfrenta restricciones económicas que afectan su
estabilidad, la que depende demasiado de la asistencia externa. Y resulta que
el equipo económico del presidente tiene tanta credibilidad externa como la
tiene su hermana. El Fondo Monetario Internacional ha demorado préstamos que
sólo ha concedido para evitar que otra vez la Comarca se desmorone en corridas
bancarias, fuga de depósitos, quiebres masivos, hiperinflación y un estallido
social que ya no podrá contenerse dentro de los porosos confines de la patria.
El gobierno del zapallo mayor ha respondido a la zalamera obsecuencia de Javier
con evasivas y ghosteos típicos de adolescente o cuarentona: apenas algún
mensaje público, pero nada de efectividades conducentes. Ni la mísera satisfacción
de una foto a solas le ha concedido al Javo su patrón e ídolo. Porque nadie
quiere quedar pegado. Ni siquiera el orate del norte.
Y en este contexto, la incapacidad de sacarse de
encima a ese entorno ostensiblemente corrupto, inepto y vil será, intuye el
Opa, el último clavo en el ataúd de la aspiración presidencial de una asistencia
externa que le permita sobrellevar una mishiadura que, ahora sí, impactará en
las elecciones de medio término. El “plan platita” financiado por el Fondo, la
Unión Europea o el Tesoro norteamericano es, cada vez más, una ilusión que se
esfuma como el dinero invertido en $Libra. Así de sometida queda la Comarca, y
así de expuesta en un escaparate donde los únicos que pondrían un peso son los
que detestan a occidente y a los valores de la democracia liberal. Talvez por
eso la apuesta para que vengan los narcodólares, los petrodólares, y los rublos,
disfrazada de desregulación neolib.
En el arco narrativo es enteramente posible que vuelvan
a confundirse las iniciales, y llevados por la necesidad y la urgencia, le
terminen pidiendo a CFK el mapa para volver a los BRICs y sus dineros oscuros. No
será el primer volantazo geopolítico del gobierno, que ya traicionó a Ucrania.
Párrafo final para el PRO y el calabrés vengador. Los
partidos políticos tienen, como todos, un momento en su historia en que deben
definir de una vez y para siempre qué es lo que representan, y elegir el bien,
aunque la opción virtuosa sea caminar en el desierto hasta que cambien los
tiempos. Se rindieron sin pelear, entregaron todo lo que tenían, y se irán, de
la mano con la corrupción K, por el mismo resumidero de la historia.
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