sábado, 20 de diciembre de 2014

El amor de los espías

Hace unos días resonó una nueva crisis en la Comarca, esta vez relacionada con los así llamados “organismos de inteligencia”. Al Opa le parece un oxímoron que una oficina comandada por policías, militares, buchones de cualquier calaña y políticos reciclados se llame “Secretaría de Inteligencia”, pero así son las cosas en la Comarca.
Sucede que la presidenta Fernández de Neón se dio con que no cuenta con sus espías a sueldo para hurgar a la oposición y extorsionar los jueces que le muerden los talones. Que la proterva institución que se encargaba de sembrar negocios turbios para entrampar delincuentes anotados en el presupuesto nacional, ya no respondía a sus mandos naturales. Porque es necesario apuntar lo siguiente: la Secretaría de Inteligencia, o la SIDE según su nombre de soltera, nunca sirvió para otra cosa que para el control policíaco de la política de la Comarca. Jamás para detectar el crimen complejo, jamás para detectar amenazas externas, jamás para evitar que el terrorismo de cualquier signo celebre en la Comarca su desfogue sanguinario. Para eso no sirvió nunca. Fue cómplice, o inútil. Frecuentemente, las dos cosas juntas.
Lo cierto es que la SIDE sólo sirvió para poner cámaras en lugares donde los políticos-jueces-industriales-periodistas-militares-curas-sindicalistas esnifan cocaína mientras esperan sus travestis o sus prostitutas adolescentes. O se entretienen entre ellos. Después, la SIDE les recordaba gentilmente que contaba con esas grabaciones, que se les podían filtrar a la prensa o a sus familias si cometían la torpeza de no obedecer las sutiles señales del gobierno.
Él y Ella fueron expertos en el manejo de la extorsión oficial. El apriete y el carpetazo formó parte de su ADN político desde las arideces de su estepa patagónica. Ahora, sin embargo, los espías huelen el olor a cala de un gobierno en retirada y comienzan a operar para los dirigentes que parezcan favoritos para las elecciones del año que viene. Y al descuidar su trabajo, los jueces que perciben el mismo olor se despertaron del letargo y comenzaron a apurar las causas por corrupciones varias, en las que Ella, su familia, el ladrón y su amante, han dejado los deditos marcados. Se les viene la noche judicial, y entonces la emprenden con la SIDE.
Ahora, lo que ha pasado desapercibido es lo más grave, lo que a todos les parece normal. Sarracenos y pleistocenos hablan con naturalidad de la necesidad de someter la SIDE a las necesidades del gobierno, antes que las del Estado. Consideran, incluso los fervientes defensores de Ella, que es razonable que los espías vuelvan a controlar a los jueces, que les pongan límite, que los pongan en caja. En Caja. Para que se entienda: hasta los medios oficialistas naturalizan la idea de que hay que parar las investigaciones y que eso es tarea de la SIDE.
Olvidado hace rato el argumento de la pureza, olvidado también el principio de inocencia del que goza constitucionalmente hasta el Vicepresidente, hasta los militantes de la década ganada aceptan que hay que apretar a los jueces para que no avancen sobre Ella. Que la SIDE debe fungir como el pistolero de retaguardia, que se queda aguantando a balazos mientras los “porongas” huyen con el botín.
Hace tiempo que nada es lo que parece en la Comarca, pero por alguna razón misteriosa el clima de fin de fiesta entraña ese regodeo perverso del amanecer de una noche agitada. Con arrugas, despeinados, con mal aliento, las primeras luces del día nos dicen que la fiesta terminó, que se nos notan las ojeras y el cansancio, que el glamour y la alegría quedaron atrás, tan al principio de la noche.
En esa espesura melancólica, copar la SIDE para que no avancen los jueces y los opositores, los fiscales y los periodistas, equivale a jalarse una última línea de merca, rogando que en la última hora de la fiesta populista logremos convencer a la más linda de la noche de que nos acompañe a casa. Pero la más linda parece haberse ido ya, y quedan sus amigas con el maquillaje corrido, también ellas bajando su cotización a medida que sube el sol en el firmamento.
Lo triste no es el alba, ni que el rocío deslave la ilusión de la fiesta. Lo triste es naturalizar el adagio de Méndez, el innombrable: “si no manejo la policía y los milicos, no puedo gobernar”. Sale el sol, y el populismo de bolsillo flaco es esto: un tipo con sueldo estatal que nos saca una foto indiscreta para que no saquemos los pies del plato. Y nos parece normal.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Horror a la Mexicana

Finalmente el Opa se dispone a escribir. Escribirá sobre Ayotzimapa, advirtiendo que es poco lo que sabe, y lo ha ido masticando en estos meses. El horror es demasiado constante, demasiado profundo, y aun el Opa alcanza a percibir la vibración permanente que marcará para siempre ese pueblito mexicano. Pero el Opa quiere entender qué nos toca de todo eso, si ese horror exótico tiene alguna posibilidad de replicarse cerca de la Comarca, o si este episodio sólo puede ocurrir en montañas tropicales de nombre difícil.
La historia es larga y se pierde en la noche de los tiempos. México es, como casi toda América Latina, un país brutal y sangriento, con una fachada democrática sostenida por los negocios y la tele. La resistencia ha tenido rasgos a veces cool, con el Subcomandante Marcos en remeras y cuadernos, y a veces anónimos. Los desaparecidos eran de este grupo.
Estudiaban para ser maestros rurales en el México profundo, oscuro y pobre. Saben que la escuela es la única herramienta de dignidad que tienen, y la única alternativa al hambre y el narcotráfico. Son combativos, y no dudan en “tomar prestados” los buses en los que se desplazan cuando marchan hacia alguna protesta. En esos cerros calurosos y violentos, pedirles buenos modales es ensañarse en el cinismo. Marchan porque combaten de esa forma las matanzas que les dispensan el gobierno o los narcos, que vienen a ser lo mismo. Combaten el olvido, y rememoran los miles de desaparecidos en esos andurriales polvorientos. Como el horror gusta de las ironías macabras, la región de donde vienen se llama Iguala.
Se preparaban para marchar a un acto en conmemoración de la muerte de dos estudiantes de la escuela de Chilpancigo, en el estado de Guerrero. Habían tomado algunos buses, y cometieron el error de acercarse a un acto de lanzamiento de la campaña de la esposa del alcalde (como vemos, en nuestra Comarca no somos los únicos que ponemos a la mujer del capomafia en su mismo cargo público). Para no arruinar la fiesta el alcalde ordenó a la policía capturar a los estudiantes, y para aleccionarlos se los entregó a los “Guerreros Unidos”, el grupo narco-paramilitar en el que milita su familia y la de su esposa. La crónica es conocida y se sabe que la masacre se cobró 43 vidas. El horror recién comenzaba.
En plena búsqueda de los estudiantes desaparecidos comenzaron a aparecer por doquier las tumbas colectivas. Una detrás de otra, las masacres habituales habían sembrado el suelo mexicano de fosas clandestinas: todo el mundo lo sabía, el Estado siempre supo dónde estaban. Comenzaron a aparecer de la nada los restos de miles de desaparecidos: campesinos y estudiantes. El corazón del Opa se agarrota y se le empañan los ojos al escribirlo.
Ayotzimapa borró para siempre la fachada lustrosa del México pituco y turístico. Apareció el estado asesino, la encarnadura cívica del narcotráfico y los negocios, el rostro de los cárteles sanguinarios desmintió la inocente sonrisa de Verónica Castro.
Piensa el Opa que acá estamos lejos aún. Aún.
Los narcos vienen financiando la política a través del PJ desde la campaña de Méndez, el Innombrable. Se ha comprobado que la efedrina bancó la campaña de Ella, y que algunos aportantes aparecieron en alguna cuneta de General Rodríguez con balazos en la nuca. Se sabe que Anibaúl maneja ese negocio explosivo que desde 2004 multiplicó por 20 la cantidad de efedrina que ingresa a la Comarca. Se sabe que las investigaciones llegan hasta la Rosada, donde habitaba un funcionario íntimo de Él, que ahora está imputado por narcotraficante.
Hasta ahora no parece que esas bandas tengan capacidad operativa para elevar el número de muertes violentas en la Comarca. Pero sí controlan barrios enteros, y hay que preguntarles a los militantes sociales de esos barrios cómo les va conviviendo con los dealers y la policía que los protege. En la Comarca chica la policía detiene pibes con un código de faltas que permite encarcelamientos masivos sin justificación. La policía controla los negocios sucios. Los jueces y fiscales miran para otro lado. Los políticos saludan para la cámara, con bolsillo ancho y periodistas a sueldo. Y cuando comienzan a estallar los problemas y alguno se resfría y aparecen kilos de cocaína en las oficinas policiales, siempre habrá algún ministro que desde su jardín sembrado de pistas de aterrizaje clandestinas nos diga, impertérrito, que “la droga es para los perros”.
Ayotzimapa no queda tan lejos, pero aún no nos hemos dado cuenta. No nos queremos dar cuenta.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Un diploma para mi país

El Opa cree que la educación universitaria está sobrevaluada. Ha visto a demasiados botarates en la Comarca con diplomas lustrosos colgando en las oficinas y consultorios donde perpetran barbaridades sobre los pobres incautos que llegan a ellos. Sabe además que entre bomberos no se pisan la manguera, y prima entre los “graduados” una complicidad silenciosa cada vez que uno de ellos comete una mala praxis o un delito cualquiera.
Pero el Opa también tiene claro que quien ganó un título puso su esfuerzo, su dedicación y su tiempo. Salvo que haya comprado las materias, pero ese es otro tema. Y sabe que, aunque la portación de título no te hace mejor persona, la ostentación de título presupone que lo has ganado en buena fe. También entiende que tener título te aumenta el sueldo: en la Comarca cada trabajador tiene un “plus” en su salario que crece a medida que presenta diplomas más barrocos. Y desde luego, que para ejercer algunas profesiones es necesario, obligatorio, y razonable, tener ese diploma.
Ahora resulta que la Presidenta Fernández de Neón no tiene diploma. Nunca se recibió de abogada. El hecho estalló en algunos diarios y fue objeto de dimes y diretes varios. El Opa no va a detallarlos pero sí explicará por qué Ella es tan abogada como el ex – ingeniero Blumberg.
En primer lugar, las fechas. En sus primeras biografías Ella refiere que comenzó a cursar en 1974, a los 19 años. Cuando se conoció la falsía, cambió el relato: comenzó a cursar en 1972, a los 17 años. Ambas edades son verosímiles, pero el cambio de fecha lo hace sospechoso. ¿Por qué? Porque si se fue de La Plata en 1976 por miedo a la dictadura, como dice el relato, se fue con poco más de dos años de cursado. En aquellas épocas las universidades eran una farsa y las materias se rendían con apuntes de 80 hojas, pero aun así es difícil que hubiera tenido más de 20 materias aprobadas. Luego dice el relato que volvió en 1979 para rendir las últimas tres. No cierra. Cursar dos años y que te queden sólo tres materias es imposible aún en aquel tiempo. Entonces si corren la fecha dos años para atrás, indicando que comenzó en 1972, ahí si cierran los números, porque es plausible que en cuatro años haya cursado casi toda la carrera.
Ahora vamos a las fotos que circulan por ahí, indicando que comenzó a cursar en 1972. Las fechas están borroneadas y corregidas con liquid-paper… que en esa época no existía. Las autoridades de la Universidad de La Plata dicen que esas correcciones eran comunes, porque solían equivocarse. Pero sabe el Opa que cualquier enmienda, tachadura o borrón son inmediatamente salvados y aclarados al pie. En esas fotos no hay nada de eso. Sólo una enmienda con corrector (period incorrect, mind you) y caligrafía distinta, sin ninguna aclaración.
Vamos a las otras fotos que circulan, de la ficha que dice que sí se recibió. También allí están borroneados, burdamente sobrescritos, los datos de su DNI y su nombre. Recordemos que esas fotos fueron exhibidas por funcionarios de la universidad, deseosos de probar que Ella sí se graduó. Hasta el INDEC falsificaría mejor un documento, muchachos...
Hay gente que jura haber visto su analítico: dos periodistas oficialistas, que no pudieron ponerse de acuerdo para definir si tenía promedio de 9 o tuvo notas bajas; y el vicerrector de la universidad. Éste afirma que “vio” el analítico. Pero no lo muestra.
Tampoco se registró jamás para litigar ni siquiera en Río Gallegos. No hay en Santa Cruz ningún registro que haya tomado vista de su diploma. Sólo uno, en Comodoro Rivadavia, muchos años después de que “comenzó a litigar”. Sabe el Opa que las satrapías del sur son iguales a las satrapías del norte, o del oeste. Nunca hubo diferencia entre Santa Cruz de los Kirchner y Catamarca de los Saadi, o Salta de los Romero. Y que si el gobernador quiere, en esas provincias litiga hasta el Pato Donald y puede operarte de cataratas el Pirata Morgan.
Vuelve el Opa al principio.
No es grave que Ella no sea abogada, después de todo, las facultades de derecho suelen idiotizar a quienes pasan por ellas. Lo grave es que haya mentido. Lula da Silva jamás dijo que era un exitoso abogado especialista en relaciones laborales: era sindicalista y estaba orgulloso de serlo. Tampoco Mujica salió a decir que era ingeniero especialista en prospección acuífera: los milicos lo tuvieron durante años metido adentro de un aljibe. Pero Ella justificó su fortuna diciendo que era una exitosa abogada. Si no es abogada, ¿de dónde sacó la fortuna, aparte de sus cargos públicos? Si ejerció como abogada y firmó escritos, ha usurpado un título, delito que conlleva varios años de cafúa.
Lo triste es la defensa de los militontos, como siempre. Que son operaciones de los “servicios” (que maneja el compañerazo Milani, por si no lo saben), que es una minucia ser o no ser abogada (pero entonces que no lo refriegue en cada cadena nacional). Sería la operación más boba: bastaría mostrar un analítico y el diploma y listo. Minucia no es, porque hay un delito contra la fe pública. No lo dice el Opa, lo dice el Código Penal. Un delito continuado, además, y siempre cobró ese plus por el título. Hubiera bastado que algún profesor de los últimos años de la carrera recordara haberla visto rindiendo, pero nadie la registra.
El Opa tiene claro que la mentira forma parte del herramental peronista. Pero también intuye una serie de complejos, de taras mal curadas, de inseguridades que afloran en cada discurso, una esforzada necesidad de mantener la impostura que la deja sin voz cada 15 minutos. Una explicación coherente para su napoleónica voluntad de cambiar los códigos: necesita que su tránsito a la historia esté jalonado de conquistas legales, de adquirir la pretendida enjundia judicial creando normas, ya que carece de título.
Como siempre, la voluntad de enseñorearse en la mentira termina desfondándose en una realidad zaina que se complace desbaratando la fantasía. En el colmo del ridículo el vicerrector de La Plata dijo que “le dimos el título Honoris Causa, así que tiene diploma”. El Opa recuerda que el Diegote de la Gente es Honoris Causa de Harvard (que no es La Matanza), y que hasta Moria Casán puede ligar ese diploma en las universidades de la Comarca. En el resumidero de la historia, será duro compartir diploma con Maradona y el mandril horrible, pero el destino es impiadoso con los que se burlan de él.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Para los saqueos de fin de año

Hay en la Comarca tradiciones siniestras, y una de las más novedosas se remonta hacia el fin inacabado de la transición democrática. Al despuntar el último año del primer gobierno democrático el peronismo comenzó a pergeñar una operación que le permitiría matar dos pájaros de un tiro: vengarse del tipo que les ganó elecciones libres por primera vez, y acorralarlo contra el abismo de un final agónico.
Lo primero que hicieron fue buscar a los "Carapintadas", sus parientes embetunados que boicotearon los juicios por crímenes de lesa humanidad. Aldo Rico y sus muchachos tenían bien claro cómo organizar operativamente un caos teledirigido, porque habían sido formados para ello con dinero del presupuesto público. Lo segundo que hicieron fue acordar con las policías para que dejen actuar a los saqueadores, al menos hasta que lleguen las cámaras de TV para llevar el horror hasta las mesas de todos los argentinos. Finalmente, acordaron con los punteros del PJ cómo iban a atacar cuáles supermercados en qué momento. La manipulación de miles de hambreados por la hiperinflación alimentada por los empresarios del modelo terminó de cerrar el círculo del horror. Así voltearon a Alfonsín.
Pero los peronistas aprenden rápido: aprendieron que es relativamente fácil voltear un presidente mediante el caos desatado. Usaron la receta contra otros gobernadores de la Comarca, y también contra Frenando de la Duda, el presidente aburrido que huyó en helicóptero dejando una plaza sembrada de muertos. Sabe el Opa que las cifras de aquellas jornadas espantosas han sido retocadas en el INDEC, y que como siempre en la Comarca, hay muertos en blanco y muertos en negro. En algún momento se sabrá la verdad y habrá muertos “blue”, valga la redundancia.
Ahora se asusta el gobierno de la presidenta Fernández de Neón porque nuevamente oír se dejan los aprontes de saqueo. El peronismo ha determinado librar su interna en la calle, como siempre. Destruyendo vidas y bienes ajenos, como siempre. Apropiándose de las muertes como si fueran porotos que se transan en un partido de truco macabro, porque para eso son fascistas: la muerte los erotiza, especialmente la ajena.
Claro, el miedo no es infundado porque uno de los desmembramientos del PJ prohíja a un legendario matón de la Triple A, el camionero Moyano, con quien la presidenta y el finado gustaban compartir actos y negocios. Algún negocio no cerró, y lo expulsaron del ámbito íntimo de la madriguera de Olivos. Con Moyano en la oposición volvieron los saqueos, cada vez más violentos.

Entonces vuelven a agitar el miedo, como adora la presidenta y sus adláteres. Agitan un miedo probable porque conocen desde adentro el mecanismo perverso de los saqueos. Está también en su ADN, como un elemento funesto que se ha ido introyectando en su cultura política. Lo han usufructuado, y ahora lo temen.
Piensa el Opa que si fuera que se matan entre ellos, hasta le harían un favor a la Comarca. Pero no, cuando disputan poder en serio ellos ponen los balazos y los palazos. Los muertos los pone el pueblo, y los destrozos también.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Xenofobia se escribe con “K”

Cada tanto cunde en la Comarca algún pánico nuevo, y casi siempre el Opa ve a los botarates de turno agitarse como gallinas empavesadas para subirse al pánico y agitarlo con indignación sagrada. Parece que si uno se encabrita y encabrona lo suficiente se convierte en un ciudadano decente. Pueden ser los menores de edad, que cada tanto los dedos de la Comarca señalan como los autores de todas las fechorías y crímenes de la prensa roja. Ahora son los inmigrantes, que están en el candelero del miedo público.
Resulta que después de una década de ignorar los esfuerzos por modernizar la justicia penal, a la Presidenta Fernández de Neón se le dio por apresurar un anteproyecto de código procesal penal, al que llamaremos CPP. El CPP es una herramienta para que los jueces y otras aves oscuras resuelvan conflictos, es la hoja de ruta entre el manoteo de cartera y la puerta del calabozo. Se supone que todo lo que pasa en el medio está regulado por el CPP.
Regía en la Comarca el más arcaico de los CPP de la región: el Padre Rigoberto tenía uno en su mesita de luz porque le recordaba al Libro de las Brujas, aquél tomo que indicaba el procedimiento correcto para incinerar mujeres acusadas de brujería. No le pregunten al Opa cómo sabe lo que hay en la mesita de luz del Padre Rigoberto. Pero el fraile adoraba esa institución macabra donde pululaban Torquemadas bisoños con nombramiento vitalicio.
Por eso un nuevo CPP es una buena noticia, porque sale del medioevo y pretende ingresar a la modernidad. Pero como todo lo que toca la Presidenta, acá también metieron los garfios los obsecuentes del populismo bobo. Así, en lugar de mencionar las garantías y la transparencia del proceso, a la Presidenta se le ocurrió resaltar que podrá deportar inmigrantes sin juicio previo. El Opa no es idiota: eso quiere decir que la policía puede decidir que un fulano que vino de otro país cometió un delito y expulsarlo. Una policía experta en armar causas, que luego fiscales y jueces confirmarán para “hacer estadística”.
El carapintada abonado al presupuesto nacional, Camarada Sergio Berni, explicó que la Comarca está hostigada por los delincuentes extranjeros, pero lo desmiente la poca información pública confiable. Mientras, la Presidenta asentía y peroraba: “entran por una puerta y salen por la otra”. Hace 15 años que dice lo mismo. El finado también lo decía.
Pero resulta que no.
Resulta que los delitos cometidos por inmigrantes son una minoría minimísima. Algunos hay, por supuesto, pero no para justificar ponerlos en ese espacio resbaladizo que ocuparon judíos, gitanos, izquierdistas, opositores, y, en la etapa final del populismo de bolsillos flacos, los laburantes. Es que el populismo penal siempre necesita agarrar algún sector vulnerable y sindicarlo como la causa de todos los males, desde las Siete Plagas de Egipto hasta el último asalto en Isidro Casanova, hace 4 minutos.
Cuando uno piensa en los grandes delincuentes extranjeros piensa en el delito organizado. Y allí tiene que dejar de pensar, porque las huellas llegan hasta el perenne Aníbal Fernández, hasta Sergio Massa, hasta Mauricio Macri. Hasta Ella, y hasta Él. Y sus socios. Los peligrosos manejan medio gobierno y media oposición, son los dueños de la Comarca y de los tribunales. Comen asado con los jueces, les tiran unas rupias a la policía.

Los verdaderos peligrosos que saltan de una Comarca a otra no son el carterista boliviano ni el paraguayo que vende “faso”. Pero ellos pagarán por todas las culpas, porque en la república populista los primeros privilegiados son los pobres. Sobre todo cuando por fin los van a poder meter presos rapidito, como quiere Ella. Como quería Él.

lunes, 20 de octubre de 2014

La cadena del desánimo

Don Jorge Luis Borges, que lo tenga en su gloria el Dios de los ateos, decía que a la historia le gustan las simetrías, y puesto a buscar en ellas el Opa las encuentra a raudales, y de las más variadas. El Opa ya ha referido en algún momento a la curiosa simetría entre el gobierno de la presidente María Estela Fernández de Neón y el de otra María Estela, esta vez Martínez de Perón. Para no abundar en errores y repeticiones, a la segunda (la original) la llamaremos simplemente “Isabelita”, tal su nom de guerre.
En esta oportunidad el Opa vuelve a recurrir a un librito curioso que se empeña en empañar el relato. Se trata de “Un enemigo para la nación”, y para tristeza de los militantes oficialistas no se refiere a Página 12, ni plantea las historias de un gendarme justiciero que salta sobre el parabrisas de Bartolomé Mitre.
En ese librito la autora cuenta cómo el gobierno de Isabelita clausuró un diario por difundir un brote de sarampión; y a otro diario comunista por “infundir el desánimo y así colocarse al servicio de la subversión, el desorden y el delito.” Este último diario venía publicando las atrocidades que cometía la Alianza Anticomunista Argentina, ese club selecto donde los ministros peronistas y sus matones jugaban al tiro al blanco usando como ídem personas mayormente vivas.
Desde luego, hay un salto muy largo entre usar el latiguillo del desánimo para incautar diarios y vituperar periodistas; y volarles las redacciones con los periodistas adentro. No es lo mismo una filípica por cadena nacional que las razones de trotyl y gelamón que se usaban antes. Tampoco que los sindicalistas matones bloqueen la salida de los camiones que distribuyen diarios, a que usurpen los talleres a punta de ametralladora. En esas cosas han cambiado un poco en la Comarca. Diríamos que se han civilizado, y hoy les basta con intervenirlos con leyes ad-hoc y un batallón militante de agentes de la AFIP.
Recuerda el Opa que en aquel relato setentista el Ministro del Interior negaba la existencia misma de los distinguidos contertulios de las AAA, y afirmaba que las bombas y asesinatos eran perpetrados por los mismos izquierdistas que se masacraban alegremente entre ellos. Es algo así como la versión original del “algo habrán hecho”, o del “se mataron un montón porque todos quieren viajar en el primer vagón”, o del “se hacen los héroes viajando colgados de los estribos del tren”.
La negación de la realidad termina prohijando esas ridículas flatulencias del lenguaje, en las que el peso de las cosas que se quieren ocultar termina resquebrajando el andamiaje bobo de un relato mentiroso. Las cosas ocurren, y querer negarlo es tentar a la suerte para que se descargue insolente como la realidad misma. Esto era así en 1974, en el 2012 o en 2014.
Es cierto que los mercaderes de la información juegan a prestidigitadores de la suerte de países enteros, pero es un juego que la presidenta de la Comarca ha jugado siempre, con saña y alevosía. Le ha ido bien, y le ha ido mal. Ha jugado, junto a su difunto marido, a construir un monopolio de diarios, televisión, radio y palomas mensajeras. Pero cuando creían que iban a poder apropiarse de ese conglomerado, como se apropiaron de media Patagonia, el tiro les salió por la culata porque el dueño no les entregó las acciones que pretendían. Le armaron un gigante peligroso a un tipo particularmente peligroso.
Pero aún así, nota el Opa, cada tanto lo encañonan en alguna calle de la Comarca, cada tanto un tren se estrola, cada diez minutos aumentan los precios y se destapa una olla. También, cada tanto se pierden “casualmente” los expedientes que incriminan a un vicepresidente, pero esas cosas no llaman la atención de la presidenta.
Se pregunta el Opa sobre esta curiosa tentación de manipular la verdad y las verdades. Entonces el Opa reacciona: ¡es la genética, estúpido!

Forma parte del ADN populista la costumbre de manipular la realidad. De rebajar cualquier hecho a un panfleto o una diatriba. ¿Se puso en órbita un satélite? ¡Eso muestra nuestro destino iluminado, de nuestra marcha sin querellas por las calles de la felicidad! De la mano de la presidenta, claro, porque ella lo quiso así. No importa si, como el Torino, fue una feliz articulación de elementos extranjeros. Tenemos un satélite que es 100% argentino y somos los mejores del mundo gracias a Ella. Si se le pincha una rueda, será culpa de Magnetto, y su cadena del desánimo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Cascoteo nacional y popular

El Opa, se ha indicado, suele dedicar parte de su tiempo a ocupaciones lúdicas, como mirar las carreras por TV. También mira algunos programas, pero no tanto, la TV lo agota y le da tirria: se sabe que la calidad de la televisión en la Comarca es penosa y los periodistas del ramo no son mejores que los periodistas en general. Lo cual es decir poco, es decir, es decir mucho.
El tema es que supo de un episodio que lo ha llenado de vergüenza ajena y propia, y también mucha vergüenza nacional y popular. Resulta que del más recóndito rincón de la Comarca han expulsado a cascotazo limpio al equipo de un show inglés que viene a probar autos y molestar gente por los lugares más insólitos. El show se llama Top Gear, y existe hace décadas en esa isla brumosa de donde vienen los Beatles y el kidney pie. Hace unos días estaban en Ushuaia tratando de filmar parte de su programa, cuando se desató uno de los más insólitos temporales de imbecilidad que el Opa recuerde. Uno de los autos tiene una patente (H982FKL) que aparentemente sugería una conexión con las Islas Malvinas: se argumentaba que quería decir “1982 FalKLands”. Otros dos autos tenían cifras cercanas, o que si uno les daba vuelta uno de los números se parecía, o de alguna manera parecía indicar el número de muertos oficiales de ambos ejércitos contendientes.
Jeremy Clark, el conductor del programa, adora irritar a sus contertulios televisivos con comentarios racistas, homófobos y soberbios. En su show, el personaje del tipo es políticamente incorrecto y parece estar siempre buscando que le acomoden la dentadura a mamporros. Pero es su programa, y si uno no lo soporta puede cambiar de canal. O apagar el televisor.
Ahora, de algún modo, una horda de subnormales se enteraron de que Clark estaba llegando a Ushuaia y la emprendieron a pedradas contra el tipo, sus autos y sus equipos. Los “rescató” la policía, que los amenazó veladamente para que se fueran.
Como si la idiotez ambiente no fuera suficiente, el concejo deliberante de Ushuaia los declaró personas no gratas. A un programa de autos que miran 3 o 4 personas de esa ciudad. Luego, un par de legisladores sacaron pecho, camuflaron el sentido del ridículo, y propusieron en la Legislatura un desagravio. Ni siquiera han visto el programa, que a esta altura es lo de menos. Les dijeron que un grupo de ingleses andaban en unos autos cuya patente refería a las Malvinas “burlando la sensibilidad patriótica” y esas gansadas.
La producción del programa insiste en que la patente del auto es una mera casualidad, pero eso es irrelevante por dos razones, piensa el Opa. Primero, porque es el tipo de bromas que Clark hace todo el tiempo, y es demasiada coincidencia para tomarla en serio. Segundo, porque aún si fuera cierto que compraron ese auto justamente por la patente, sería insólito prohibirles a los tipos que lo usen en la Comarca.
Piensa el Opa que todos los populismos muestran la hilacha autoritaria cuando son objeto del sarcasmo y la burla. El humor, como lubricante cultural, es corrosivo con los que se toman a sí mismos demasiado en serio, y peor aún para los que son tan pobres de espíritu que tienen que vestirse de boato y solemnidad. La Patria, el sentir nacional, el antiimperialismo, esas excusas banales para el resentimiento y la mediocridad universal, no pueden ser jamás objeto de burla. Porque los que amontonan poder a cuenta de esas palabras grandilocuentes quedan expuestos, inermes en su estupidez, su avaricia y su mezquindad.
Pero como el populismo es una enfermedad contagiosa, basta con ver los comentarios en la calle y en los diarios. Montón de energúmenos felicitando a los orangutanes apedreadores (perdón oranguntanes), celebrando que echaron a pedradas a un grupo de ingleses que se divierten provocando gente, boqueando con gallardía de compadrito pitocorto que el cascoteo austral ha reivindicado nuestra “dignidá”.

Piensa el Opa en las banderitas, las cruces, las iglesias. En los uniformes y pecheras, en los cantitos y los bombos. Piensa en la liturgia gregaria de los símbolos populistas, inflados como un sapo frente al espejo. Piensa en el patrioterismo de los resentidos. Y se pregunta en qué planeta esas cosas han servido para algo, en qué lugar los padres Rigobertos y los carapintadas de ayer y hoy han guiado hacia puertos propicios los pueblos de la Comarca. La respuesta es nunca. La imbecilidad nunca ha dignificado a nadie.