sábado, 23 de agosto de 2025

Korrupción

 

Todos la vieron venir, hasta el Opa. Porque con persistente regularidad se sucedían, uno detrás de otro, hechos de naturaleza delictiva por la que la patria bienpensante se habría levantado en protestas callejeras contra la corrupción, el desfalco, el soborno como práctica social. Pero siempre el beneficio de la duda (no twittea como presidente sino como ciudadano), el cinismo (todos hacen lo mismo en la ANSES), o la des-responsabilización (el fentanilo es el otro) funcionaron como lubricantes morales para justificar el apoyo al gobierno cruel de la Comarca. Ahora no se puede, porque las balas impactan en el centro mismo del dispositivo.

El Opa nunca fue vidente. Tampoco fue particularmente sagaz. Ni siquiera es muy inteligente. Pero ha surfeado los últimos ciclos de ilusión y desencanto con las únicas armas que consiente el desaliento: la voluntad de no ilusionarse a cualquier precio, la determinación de vivir con los ojos abiertos, aunque cueste intemperie y soledad. Ya no confronta, ya no defiende, ya no intenta desmitificar. Sólo observa. Y espera lo que traiga el sentido común y la experiencia histórica de la Comarca: nunca más que la suma de los componentes. En otras palabras, sabe que en la Comarca nunca nada es mejor que el más débil de los eslabones políticos relevantes. El Opa se fija en el peor de los elementos del poder, en el más impresentable del elenco (no de cualquiera de los miles de funcionarios necesarios para movilizar al Estado, sino de los que realmente importan), porque ése es el barómetro que indicará la densidad moral de todo el conjunto.

El Opa podría explicitar la aplicación de esta regla en los últimos 20 años de la vida de la Comarca, pero va a intentar enfocar en este último gobierno. El elenco, huelga decirlo, es una caterva de inmorales. Siempre lo fue. Así nació ese espacio: rejunte de resentidos, prostitutas, manolargas, mistificadores, tahúres, esotéricos, prevaricadores y violentos, encolumnados detrás de un paciente psiquiátrico que se dejó llevar en andas al poder para imponer su monografía escolar y pedestre. El Opa la vio venir cuando el presidente hizo modificar la ley para nombrar a su hermana como Secretaria General de la Presidencia, demostrando que no había instrumento de control que no estuviera dispuesto a eliminar. Desde el día uno.

El presidente está secuestrado por la gente que le cambia los pañales y le suministra la medicación. Esta no es una frase cruel, no se regodea el Opa en las limitaciones que padece la persona que ocupa la Presidencia de la Nación. Lo inquieta la profunda vulnerabilidad en la que se encuentra esa persona, por la que no siente afecto alguno, y por el abuso que de él viene cometiendo ese círculo infernal que comienza por su hermana. Porque es también la vulnerabilidad que padece la Comarca.

Si el presidente expulsara a Karina del poder, aun cuando pueda blindarla de los embates de una justicia habitualmente cómplice, quedaría privado del soporte que lo convierte en una persona medianamente funcional. No sólo para su cargo, sino para desempeñar las funciones que desempeña un adulto cualquiera. Nadie sabe qué puede ser de Javier sin su acompañante terapéutica, y nade puede creer que Karina siga siéndolo si es apartada del poder, si se le impone la distancia suficiente como para impedir que siga tramitando sobornos y prevaricatos.

Pero nadie cree que eso vaya a ocurrir. El escenario más probable es que trate de sostenerla a toda costa. A ella y a sus cómplices inmediatos, porque no tiene poder para confrontarla y exigirle que depure su entorno. La Comarca enfrenta restricciones económicas que afectan su estabilidad, la que depende demasiado de la asistencia externa. Y resulta que el equipo económico del presidente tiene tanta credibilidad externa como la tiene su hermana. El Fondo Monetario Internacional ha demorado préstamos que sólo ha concedido para evitar que otra vez la Comarca se desmorone en corridas bancarias, fuga de depósitos, quiebres masivos, hiperinflación y un estallido social que ya no podrá contenerse dentro de los porosos confines de la patria. El gobierno del zapallo mayor ha respondido a la zalamera obsecuencia de Javier con evasivas y ghosteos típicos de adolescente o cuarentona: apenas algún mensaje público, pero nada de efectividades conducentes. Ni la mísera satisfacción de una foto a solas le ha concedido al Javo su patrón e ídolo. Porque nadie quiere quedar pegado. Ni siquiera el orate del norte.

Y en este contexto, la incapacidad de sacarse de encima a ese entorno ostensiblemente corrupto, inepto y vil será, intuye el Opa, el último clavo en el ataúd de la aspiración presidencial de una asistencia externa que le permita sobrellevar una mishiadura que, ahora sí, impactará en las elecciones de medio término. El “plan platita” financiado por el Fondo, la Unión Europea o el Tesoro norteamericano es, cada vez más, una ilusión que se esfuma como el dinero invertido en $Libra. Así de sometida queda la Comarca, y así de expuesta en un escaparate donde los únicos que pondrían un peso son los que detestan a occidente y a los valores de la democracia liberal. Talvez por eso la apuesta para que vengan los narcodólares, los petrodólares, y los rublos, disfrazada de desregulación neolib.

En el arco narrativo es enteramente posible que vuelvan a confundirse las iniciales, y llevados por la necesidad y la urgencia, le terminen pidiendo a CFK el mapa para volver a los BRICs y sus dineros oscuros. No será el primer volantazo geopolítico del gobierno, que ya traicionó a Ucrania.

Párrafo final para el PRO y el calabrés vengador. Los partidos políticos tienen, como todos, un momento en su historia en que deben definir de una vez y para siempre qué es lo que representan, y elegir el bien, aunque la opción virtuosa sea caminar en el desierto hasta que cambien los tiempos. Se rindieron sin pelear, entregaron todo lo que tenían, y se irán, de la mano con la corrupción K, por el mismo resumidero de la historia.

miércoles, 2 de julio de 2025

CUANDO REGRESÉ TODO QUEMABA

 

El Opa ha retornado a la Comarca. En realidad, ha vuelto hace unos meses, pero hace mucho percibe que no tiene mucho sentido seguir diciendo las cosas. Narrar la Comarca es una tarea que se ha vuelto infame, porque infame es la cadencia con la que se suceden cosas vergonzantes en el ámbito público. No hace mucho el Opa podía escribir cada vez que alguien desde el poder hacía alguna salvajada que se destacara por sobre la vulgar medianía de la política; si hoy quisiera hacer lo mismo debería publicar en tres turnos diarios, incluyendo fines de semana, feriados y fiestas de guardar.

En estos días crueles el Opa piensa en uno de los temas de agenda más vergonzosas de las últimas décadas: la “estatización” de la empresa de combustibles que fundara Don Hipólito y que el peornismo regalara a una empresa española con la integridad moral de un lupanar de tahúres y prestidigitadores. La historia es conocida: en los ’90 el gobierno nacional peornista decidió privatizarla, pero como parte de la jurisdicción correspondía a las provincias, necesitaba romper ese bloqueo federal. El ariete para ello fue una famosa pareja de usureros patagónicos, que se convirtieron en operadores del desfalco a cambio de un adelanto de sesenta millones de dólares por el canon que podría tocarles en el caso de una privatización exitosa. Ese dinero desapareció y jamás se supo de él.

Décadas después el sentido común político había cambiado, y la misma diputada que presionó a sus pares para facilitar el desguace, ahora convertida en presidenta, había resuelto dar la batalla épica por la nacionalización de la misma empresa que con su marido ayudaron a vender. Sin jamás dar explicación alguna, porque el peornismo es agnóstico respecto al principio de responsabilidad. Había un problema: la empresa compradora tenía asiento en otra comarca, con otras leyes. Para complicar las cosas, el acuerdo de venta indicaba que cualquier pleito debía resolverse en los tribunales de una tercera comarca: en el centro del imperio, el núcleo del capitalismo global. Y por lo tanto debían obedecerse las normas de cada una de estas naciones por un imperativo básico del derecho internacional privado que rige las relaciones entre particulares de distintos estados, o entre éstos y otros estados. El Opa tiene una vida ligada a la ley, y entiende que en la Comarca los jueces se dedican a postear gatitos cuando frente a sus ojos desfilan impúdicos los poderosos cometiendo ilegalidades tremendas; pero en otras latitudes eso no pasa. O no pasa tanto. No a este nivel. En este caso alguien que compró las deudas que dejó la empresa dueña de los yacimientos, demandó en otros territorios para reclamar por esa deuda. Está bien, podía hacerlo. Es perfectamente legal en todo el planeta. Y la jueza le dio la razón, cerrando una estafa monumental cometida por María Isabel Fernández de K, por su difunto partícipe necesario, por su ministro de economía, su vicepresidente y una caterva de funcionarios que pululan impunes.

Pululan impunes porque siguen allí, en la oposición con banca, pero también en el oficialismo. El vicepresidente de aquella época oscura es hoy ministro, el asesor jurídico de semejante desfalco fue hasta hace poco el jefe de los abogados de este gobierno de ahora, el operador del testaferro que operó aquel saqueo es ahora embajador ante la primera potencia mundial, ante cuyos tribunales se ventila esta desventura de la Comarca. ¿El testaferro, dijo? Sí, el empresario que utilizó el finado presidente para quedarse con la empresa, a quien ya le había “regalado” el banco de su provincia, no era más que un testaferro. Ese testaferro dio empleo a varios funcionarios pasados y presentes, entre ellos el actual presidente y el anterior. Los dos, operadores a sueldo de ese testaferro que traicionó su mandato cuando no se habían extinguido aun las exequias del finado, y se apropió de aquello que poseía in nomine alienus. Pero la justicia, dirá el lector. El juez que cajoneó todas las denuncias formuladas por este tema (y todas las denuncias por corrupción que le cayeron a su escritorio en los últimos 20 años) fue propuesto por el actual presidente para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Comarca, fracasando en su intento de introducirlo por sus alcantarillas.

Párrafo final para los legisladores que votaron esa atrocidad. Es fácil patalear con el diario del lunes, incluso teniendo la razón. Pero el sentido común de la época indicaba que estaba bien recuperar los yacimientos por la razón o por la fuerza: la enorme mayoría de los legisladores que votaron a favor lo hicieron persuadidos de que, más allá de las formas, había un reclamo popular de enorme densidad. De la misma densidad del reclamo popular anterior que una década antes festejó la privatización de la empresa. Y el mismo reclamo popular que hoy no vería mal que se la entreguen a los marcianos, o a quien sea. El punto es que el reclamo popular muchas veces no difiere mucho de lo que pueda deliberar un cardumen de orates al cabo de una copiosa libación de bebidas espirituosas. Un punto a favor entonces para los legisladores que, en minoría, desafiaron el sentido común de la época y votaron en contra de lo que cualquiera podía ver que era una estafa. Tenían razón, y hoy tienen todo el derecho del mundo a levantar el dedito porque sostuvieron una posición impopular, difícil de defender cuando los vientos de la historia soplaban chavismo y opacidad.

El Opa no puede más que encomiar la valentía de los que utilizaron su banca, su micrófono, su espacio grande o pequeño para hacer docencia, porque de eso se trata la política democrática, como quería Don Arturo. ¿Cómo que “qué Don Arturo”? Mire, vaya a estudiar, quiere… A ver si para la próxima votamos a algún adulto responsable, que demasiado caro nos vienen saliendo los demagogos de derecha y de izquierda.

Cree el Opa que volver nunca es fácil ni es gratis. Nada de lo que ve lo sorprende, ni siquiera la indignación sobreactuada de los que patalean desde uno u otro extremo del populismo demente. Más bien le causa tristeza, desazón, la sensación de que la Comarca seguirá girando en una rueda idiota porque nada indica que la sensatez volverá a ponerse de moda.